El pequeño Quique y el gran Felipe González
Ahora que rememoramos el cincuentenario de la muerte de Albert Camus, uno de los raros verdaderos intelectuales del siglo XX, tan pródigo en imitaciones de la especie, conviene recordar uno de sus títulos fundamentales: La Peste. Es también uno de los suyos más alegóricos, sometido por lo tanto a interpretaciones muy variadas. En el relato, unos pocos hombres se enfrentan en la ciudad de Orán al progreso de la enfermedad y la muerte, mientras las autoridades se enfrentan al problema eludiéndolo y restringiendo la libertad de movimientos de sus habitantes. ¿Les suena? Me he acordado de la historia gracias a un par de aportaciones socialistas al debate político. Una, que puede parecer anecdótica, es el comentario de un joven socialista que responde por Quique y se define a sí mismo como Miembro de la Comisión Ejecutiva del PSOE-Moratalaz, además de doctorando en biológicas. En su blog, el pequeño Quique justifica y celebra la agresión contra Rosa Díez y el resto de nosotros sucedida en la Universidad Autónoma de Barcelona: “No queremos –dice- que piseis (sic) nuestra universidad, no nos provoqueis (sic), dejadnos en paz”. Angelito.
Como quiera que esta contribución a la defensa de la democracia lleva colgada en internet desde el 5 de marzo, cabría haber esperado una reacción socialista y ésta, en efecto, se ha producido: no hay motivo de alarma y Quique sigue con su blog progresista abierto y vinculado al PSOE. Y dado que este blog ha conseguido cierta celebridad, la pasividad socialista significa un innegable asentimiento, una acción por omisión. Me pregunto qué pensará al respecto José Bono, que ha pedido a la fiscalía que actúe para investigar los sucesos de la UAB y depure las posibles responsabilidades penales derivadas de la prolongada e impune agresión de los independentistas catalanes.
Naturalmente, puede alegarse que el tal Quique es un simple pelanas que de ningún modo representa al PSOE ni su posición frente a hechos innegables como que en la UAB no se puedan impartir conferencias políticas si no se es independentista o antisistema, que allí se conculque sistemáticamente las libertad de expresión y reunión, y que se pueda atacar materialmente a una diputado nacional y a quienes pretendían acompañarla y escucharla sin que se depuren responsabilidades. El pequeño Quique, al fin y al caso, sería un caso aislado, mera anécdota.
¿Pero qué cabe pensar si vinculamos la incitación al odio ideológico del pequeño Quique con las expresiones del gran Felipe González en el reciente Congreso del PSOE de Andalucía? Allí explicó el gran estadista los problemas de la administración de justicia española, y lo hizo de esta manera: “la Justicia está hecha unos zorros por el ganao que hay al frente”. Doy por descontado que la hinchada socialista expresó grandes satisfacción y felicidad por este análisis, delicadamente metafórico (zorros y ganao, caramba), de uno de los problemas más graves de la democracia española.
Ahí los tenemos: el veterano Felipe y el joven Quique en una misma lucha con un mismo lenguaje, útil para el derribo de los principios básicos de la democracia.
¿Hay algún vínculo histórico entre ese Quique que apoya nuestra lapidación y el del famoso Felipe que descubre los inconvenientes del ganao que él prohijó (como Baltasar Garzón, Secretario de Estado en uno de sus gobiernos del final de su mandato, cuando la era prodigiosa socialista se despeñaba por la corrupción y el terrorismo de Estado)? Pues sí, casualmente. Les cuento.
En la primavera de 1976 Felipe González, secretario general de un PSOE todavía ilegal pero manifiestamente tolerado por el régimen agónico de un Franco ya muerto, visitó la Facultad de Derecho de San Sebastián para dar una charla a los estudiantes sobre la democracia en España y todo eso. Iba acompañado, creo recordar, por Fernando “Poto” Múgica –asesinado por ETA años más tarde- y otros socialistas vascos. El caso es que cientos de estudiantes y otros que no lo eran tanto le esperábamos en la entrada de la facultad. Tantos, que el mitin se trasladó del paraninfo a la escalinata de acceso principal. Lamentablemente para Felipe –todavía conocido por “Isidoro”-, la mayoría de aquellos jóvenes no habían ido a aplaudirle ni escucharle, ni a mostrar entusiasmo por la democracia burguesa a punto de llegar, sino a mostrarle su indignada irritación por el privilegio del que disfrutaba el PSOE en comparación con otras fuerzas de izquierda, perseguidas mientras los socialistas gozaban de amplia tolerancia que aprovechaban para reorganizarse (el PSOE era entonces poco más que un sigla histórica) mediante acciones de promoción como aquella.
Entre aquellos jóvenes había bastantes que militaban en grupos de extrema izquierda maoístas y trotskistas, además de comunistas más clásicos y muchos de lo que luego se comenzó a llamar “izquierda abertzale” (entonces escindida en las dos ramas activas de ETA, mili y poli-mili; la segunda a punto de disolverse en un nuevo partido político, Euskadiko Ezkerra). Dado el sesgo ideológico de la concurrencia, a Felipe no sólo se le reprochaba el sospechoso trato de favor del régimen y su implicación en el proceso que luego se llamó la Transición, sino la degeneración reformista y contrarrevolucionaria de su partido (que todavía se definía como marxista, aunque no se lo creía casi nadie).
Total, que Felipe hubo de soportar no pocos improperios, silbidos, abucheos y, sobre todo, exigencias de cuentas de por qué él podía dar mítines en lo que todavía era una bárbara dictadura mientras los luchadores revolucionarios seguían siendo detenidos, torturados a veces y maltratados siempre, y encarcelados por delitos como formar parte de un partido comunista, separatista o simplemente democrático. Así eran las cosas. Felipe se defendió como pudo usando un megáfono manual mientras algunos estudiantes y los profesores pedían a gritos, a los más airados, que le dejaran explicarse. Lo consiguió sólo a medias. Pero no se arrojó pintura ni se empujó o golpeó a ninguno de sus acompañantes y simpatizantes. Sin embargo, no fue una actitud democrática, ni respetuosa de la libertad de expresión que tanto se exigía. Fue, por el contrario, un boicot que expresaba el avance de la peste antidemocrática en el País Vasco, la razón de que allí la Transición fracasara en gran medida mientras progresaba en el resto del país.
No sé si Felipe González se acordará alguna vez de aquella algarada. Yo sí, porque era uno de los estudiantes allí reunidos, y probablemente uno de los más jóvenes, pues tenía poco más de dieciséis años y estaba estudiando COU. Lo que son las cosas: ahora me encuentro a Felipe González, completamente superado aquel “Isidoro” tan atractivo –entusiasmaba a nuestras madres y abuelas-, arengando a los dirigentes de su partido, que gobierna en Andalucía y España, contra los jueces y las instituciones básicas de la democracia: ese ganao con esos zorros. Nada más natural entonces que la entrada y promoción en el PSOE de tipos como el pequeño Quique, y la desenvoltura con la que lanza consignas de matón totalitario mientras presume de cargo orgánico, por modesto que parezca.
Cosas de la vida, yo mismo he sufrido después de 1976 algaradas como la que padeció Felipe en mi ciudad, sólo que mucho peores y más violentas -como la reciente de la UAB- porque la peste siguió avanzando más y más, y éramos muchos menos los que nos oponíamos que los que la toleraban e incluso aplaudían. Camus terminó su relato vindicando lo mejor que hay en los seres humanos frente a lo malo que anida en todos (sólo que unos lo reprimen mientras otros le dan rienda suelta). Tenía y tiene razón, pero hay días en que resulta muy dudoso porque parece que los Quiques y Felipes son muchos más que los otros.
-Yo sólo pido libertad porque sin libertad no se puede buscar el camino y menos encontrarlo.
-Sólo piensan en su libertad no respetan nada más.
-Sin embargo sin libertad no podemos contrastar ideas, discutirlas y poco a poco ir descubriendo el camino que sea mejor para todos.
-Amigo creo que eres un poco ingenuo y olvidas que existe el mal y la violencia de los mezquinos.
-Pero si no defendemos la libertad ¡Que tenemos! ¿que quedará de lo mejor que ha conseguido la humanidad?.
-A veces amigo me enterneces.
-Acaso ¿no hay solución?.
-Yo siempre estaré contigo y tú igenua Libertad.
-Amigo todos estamos con la Libertad.
-Ojalá querido.
-Que sí amigo, ¡que sí!.
Resulta muy apropiada la cita a “La Peste” de Camus para referirse a nuestra situación actual como sociedad democrática, y, precisamente al final del libro, aparte de la mención hecha por Carlos a la consideración de las virtudes del ser humano, yo también destacaría la siguiente cita acerca de “lo aparentemente logrado”:
“Oyendo los gritos de alegría que subían de la ciudad, Rieux tenía presente que esta alegría está siempre amenazada. Pues él sabía que esta muchedumbre dichosa ignoraba lo que se puede leer en los libros, que el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa (…), y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa”.
Creo que nosotros hemos dormido largo tiempo pensando que la democracia la teníamos ganada, que era algo que, una vez recuperado, no se puede volver a perder. Por haber estado dormidos, hemos visto cómo la corrupción y los movimientos totalitarios han irrumpido en las instituciones democráticas y las están destruyendo con la eficacia de una peste. Sin embargo, yo también soy de la opinión de que el ser humano es capaz de vencer la enfermedad, siempre y cuando reconozca que está ahí y la mire de frente.
Viendo a Quique y leyéndole sinceramente creo que lo que pasa es que le falta un agua, o dos. Y no debe estar tan mal nuestro sistema educativo si ha podido sacarse unos títulos (o sí que estamos mal ahora que lo pienso). Lo de que tenga un cargo en el PSOE no me extraña y tiene mucho que ver con lo que dijo Rosa10 en Palma hace poco sobre los ni-nis de los partidos políticos.
Pues seguro que Felipe se ha olvidado porque en la últimas generales, cuando un grupo de cabestros homologables a los la UAB (¿estaría el bueno de Quique entre ellos?) reventó un acto de Rosa Díez en la U. Autónoma de Madrid, a Lengua de Serpiente (así le llamó Javier Krahe en una canción) para burlarse de ella, solo se acordó cuando a él le silbaron siendo presidente.
¿Se sabe si los diligentes Mossos han identificado ya a los reventadores?
¿O es que en Cataluña intentar amedrentar a un ciudadno (cuanto más a un diputado) no se considera delito?
Cataluña se hunde cada vez un poquito más. Los empresarios no dicen nada. Los sindicatos viven de los presupuestos generales, los políticos, de nosotros. ¿Que hacemos?…¿seguimos sentados viendo la tv, el «furbo», la basura programada, anestesiados por su hedor? ¿no es hora ya de plantarse?, yo me planto ya.