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Cuba, UPyD y el PCE

Conocí a Oswaldo Payá en un lugar un tanto improbable: la monumental sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo. Payá había viajado hasta allí para recibir el Premio Sajarov a la Libertad de Conciencia del año 2002. A mí y a otros representantes de Basta Ya nos habían invitado también a asistir a la entrega del Sajarov en calidad de últimos premiados, el año 2001, y no dudamos en asistir para conocer a Oswaldo Payá, darle ánimos y ofrecerle la poca ayuda que pudiéramos darle a él y a su inteligente iniciativa, el Proyecto Varela. Al fin y al cabo, si enfrentarse a ETA era complicado, incomprendido y peligroso mucho más lo era combatir a la dictadura de Fidel, y por tanto más meritorio.

Por aquel entonces Rosa Díez ejercía de eurodiputada y presidía la sección española del Grupo Socialista Europeo –o tempora o mores-, de manera que en la comida oficial que siguió a la entrega del premio nos sentaron con ella a los nuevos y viejos premiados. La comida, por cierto, no fue nada del otro mundo, y si querías una copa había que pedirla expresamente a un ceremonioso maître que mandaba traerla con aparato muy francés; una muestra del principio de austeridad, cuando se trata de gastar dinero público, tan distinto a la irresponsable prodigalidad española en los mismos casos…

Pero a lo que íbamos: tuve la suerte de tener a Oswaldo Payá al lado durante toda la comida. Fue una conversación muy larga, muy cordial y animada. Entre otras cosas, Oswaldo nos contó las técnicas de acoso que el gobierno castrista usaba contra él y su familia, idénticas –vaya, qué casualidad- a las de la kale borroka: pintadas infamantes en la puerta de casa y calles vecinas, lanzamiento de pintura roja y amarilla (supongo que por lo vistosa) contra las paredes, grupos “espontáneos” acarreados para motejar a Oswaldo y sus compañeros de “gusanos” (contrarrevolucionarios), y las consabidas difamaciones, acusaciones y advertencias en la prensa (única) del régimen. Hablamos tanto y tanto que hasta Rosa tuvo que dejarnos por sus deberes parlamentarios, y en la sala nos quedamos charlando sin fin, solos, ante la mirada impasible del maître. Vista la poca generosidad de la casa en materia de reenganche al café, y no hablemos de copas, nos trasladamos a un hotel para seguir la cháchara a costa de nuestro bolsillo. Nos despedimos más ricos en amigos.

Ahora Rosa ha podido visitar a Oswaldo Payá en su propia casa de La Habana. Esta vez la policía no ha molestado –a diferencia de lo sucedido en la visita a Aminatou Haidar en El Aaiun-, ni parece que siga el acoso organizado de años anteriores. Prueba para los escépticos y pesimistas de que las campañas internacionales de apoyo y solidaridad, los premios como el Sajarov, surten efecto sobre los sayones de las dictaduras y ayudan a quienes deben soportarlos. Por eso viajes como el de Rosa son completamente necesarios, oportunos y prácticos.

Ignoro si la prensa española dará una cobertura razonable a esta visita de Rosa a los disidentes cubanos –además de con Payá, se ha entrevistado o lo hará mientras escribo estas líneas (si no hay interferencias policiales) con Yoani Sánchez, Elizardo Sánchez y las Damas de Blanco-, a diferencia del silencio unánime observado durante su reciente expedición al Sáhara para apoyar a los saharauis en nombre de UPyD y de millones de ciudadanos españoles. Ayer, sin ir más lejos, El País dio una información sesgada sobre la carta de Rosa a José Bono pidiéndo el cambio del reglamento del Congreso que otorga a los diputados diversos privilegios en materia de pensiones. El País no tenía espacio o tiempo, en cambio, para la visita de Rosa a Cuba. Pero sí citó, el 1 de mayo, la de otro político: el secretario general del PCE, José Luis Centella.

La visita de Centella y el PCE, celebrada por el castrismo, tiene una finalidad exactamente contraria a la nuestra. En lugar de apoyar a los disidentes y ofrecerles ayuda política, práctica y moral, los comunistas han ido a alentar a la dictadura de los Castro para que continúe oprimiendo y explotando a los cubanos, y reprimiendo y masacrando a los disidentes. La paradoja es que semejante indecencia, contraria no sólo a las exigencias de la democracia sino al respeto a los derechos humanos, sea considerada en España por todavía demasiada gente una política típicamente progresista. Esta inversión de los valores demuestra lo vacío de significado que ha quedado entre nosotros el concepto de progreso político, y la pavorosa dimensión de la ignorancia política, el sectarismo ideológico y la indecencia moral entre lo que queda de una paleoizquierda reaccionaria demasiado respetada y admirada todavía por sedicentes principios superiores que no son sino otro mito patético. Claro que los mitos de ese tipo han hecho y hacen mucho, muchísimo daño cuando se ponen al servicio de una dictadura para justificarla. Que se lo pregunten si no a los cubanos que la padecen, con el aplauso de Izquierda Unida, el PCE y sus asociados, actores descerebrados inclusive.

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3 comentarios a “Cuba, UPyD y el PCE”

  1. Sake dice:

    Es que puede suceder que cuando algo tiene por un tiempo la etiqueta de progresista, los hay que por inercia siguen opinando igual e incluso se mantienen estacionados para siempre y para justificar ese no evolucionar bajan un poco más abajo para mancharse de barro y basura totalitaria y torturadora, pero creo que en el fondo lo que sienten es verguenza de si mismos.

  2. Nikon dice:

    Realmente parece sorprendente que a estas alturas haya alguien en España capaz de defender una dictadura y, encima, considerarla una abanderada del progreso y de la valentía política. Creo que, en casos tan paradójicos como éste, tal y como dice Carlos, hay una parte de creencia cuasi religiosa en una mitología que llevamos arrastrando todo el siglo XX y que, a pesar de las barabries que se han hecho en su nombre, se mantiene aún con cierta vitalidad. Porque no se entiende que el raciocinio esté por detrás del apoyo a Castro, excepto en el caso de aquellos que utilizan esta religión, como cualquier otra, para alcanzar el poder. ¿Cómo es posible considerar las políticas de Castro un ejemplo a seguir después de haber condenado al pueblo cubano a la miseria y al aislamiento internacional? Sólo la creencia ciega en una falsa utopía puede hacer entender, mínimamente, dichas opiniones. Sólo la ceguera absoluta puede hacer creer que si el régimen cubano fracasa es por culpa de los norteamericanos, los banqueros, y los opresores o demonios varios, todos ellos externos, ajenos y contrarios a los «ángeles de la revolución». Ahora bien, por muy ciego que se esté, justificar la tortura y la muerte es obra de fanáticos, no sólo de creyentes. Para esto último no hay perdón alguno.

  3. M dice:

    Esa es la hipocresía y doble moralidad que tanto abunda en España, y especialmente en sectores de la izquierda. Es una verdadera lástima que aquellos que se tildan de más democráticos que nadie apoyen a una dictadura sólo porque se considere una dictadura progresista, pero que a pesar de todo se lleva el canto de un duro con cualquier otra dictadura. sólo espero que el día de mañana, cuando Castro fallezca, los cubanos despierten y luchen por su libertad.

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