Game over, insert coin
Este es el mensaje de alimentación de la adicción ludópata de las máquinas tragaperras: partida acabada, inserte otra moneda. Pues bien, no se me ocurre ninguna otra frase que ilustre mejor el ambiente encanallado de este fin de sistema en el que estamos. Porque resulta que hay un número asombroso de personajes y aspirantes a serlo que consideran que no es el sistema el agotado, sino el ciclo. Así, lo que estaría en crisis no es tanto el sistema de Estado de la Transición como el ciclo personal de Zapatero. Naturalmente, se da por hecho que el problema tiene nombre y apellidos y se llama Zapatero: sabido es que la victoria tiene padres innumerables y la derrota ninguno. Incluso los suyos admiten públicamente que ese hombre es una calamidad, como dijo hace poco Griñán en el Parlamento andaluz, pero siempre pensando que el problema es propiciar un cambio de ciclo auspicioso para los suyos. Como también dijo Griñán a los del PP, que se frotan las manos pensando en que la fruta del poder está madura y pronto podrán devorarla: que Zapatero sea un desastre no significa que vosotros seáis mejores. Y he de darle la razón en este preciso diagnóstico. Sólo que, me temo, él pensaba en un cambio de ciclo que también ellos deben protagonizar, y aquí nuestros caminos se bifurcan. El suyo, circular, es el camino de comenzar otro ruedo vicioso y prepararse para ganarlo, quizás como recomienda en su blog el crítico socialista que atiende al nombre de Jordi Sevilla, cuyo análisis bien podría titularse: “qué deben hacer Zapatero y el PSOE para sobrevivir al naufragio del Estado y seguir viviendo de los restos”. Se ofrecen también otras alternativas mejor consideradas para asaltar el “nuevo ciclo” desde posiciones más ventajosas en la parrilla de salida. Así ayer, cuando contra mi sana costumbre de ignorar ese género envilecido escuchaba la tertulia matutina de Carlos Herrera, asistí al cántico de moda en el mundo de las tertulias políticas que se consideran realistas y moderadas: ¡qué gran estadista es Durán i Lleida! (incluso: ¡qué gran Presidente del Gobierno de España podría llegar a ser!)
Se me ocurren pocas ficciones políticas más descaradamente mediáticas, es decir manipuladoras, que la cantinela de la gran talla de estadista que viste el nacionalista democratacristiano catalán. ¿Estadista español, el dirigente de un partido o coalición, CIU, que amenaza con la autodeterminación por la vía de los hechos consumados si se toca su Estatut inconstitucional? ¿Y alternativa a Zapatero? Pero es que este señor y sus diputados, ¿no han apoyado a Zapatero en todas las votaciones importantes, incluyendo la del decreto-ley de recorte del gasto cuya máxima virtud, a sus ojos, es que mantiene incólume e intocable el tinglado autonómico? Francamente, la idea de convertir a Durán i Lleida en Presidente del Gobierno de España para que nos saque de la crisis sólo puede concebirse en una descomposición del sistema político tan avanzada como la que nos afecta. Es tan acertada como la de postular a Bernand Madoff para presidir el FMI, a la luz de su talento financiero.
Pero todo este disparate tiene su lógica: la del “game over, insert coin”. Los que niegan que haya crisis del sistema parten de que éste –nuestro sistema constitucional- no es otra cosa que un mecanismo de cambios sucesivos de ciclo (ciclo Suárez, ciclo González, ciclo Aznar, etc.) controlados por un mecanismo de relojería electoral tan previsible como un reloj de péndulo: pendulazo a la izquierda, pendulazo a la derecha, y vuelta a empezar pasando por el centro. Lo que importa es que el reloj dé bien las campanadas. En fin, una especie de réplica actualizada de la mecánica celestial precopernicana, con su eterno repetirse de ciclos de ciclos y epiciclos de epiciclos. O, de modo más popular, un mecanismo similar a la máquina tragaperras donde ellos tienen el privilegio de darle a la palanca y de introducir en la ranura las monedas necesarias para volver a jugar cuando se agota una partida. Cuando hay premio se lo reparten y cuando hay que reponer moneda, pues la pones tú. Y así hasta el fin de los tiempos. ¡Crisis! ¿¡qué crisis!? ¡Ninguna, a divertirse hasta morir probando suerte mientras haya monedas que echar en la ranura! Nuestras monedas, por si tú, amable visitante de este blog, no te habías percatado.
Hacer de la necesidad virtud es la máxima que ha guiado a ese «hombre de estado» Duran Lleida, a salvar a Zapatero en la votación del Decreto Ley de medidas urgentes. Convergencia no quiere un adelanto electoral, para rentabilizar en las elecciones catalanas el desgaste de Zapatero.
-¿Quien quiere la independencia de Cataluña es quién mejor puede dirigir a España?.
-Fíjate que interesante está la politica.
-¿Podremos ver que los cambios que se necesitan son profundos y tocan todos los puntos, politicos, financieros, de justicia de distribucion de competencias etc.etc.?
-Parece que éso nadie lo ve, todo se arregla marchándose Zapatero.
-Y sin Zapatero y con Rajoy todo seguira sin solucionarse y si estuviera Durán i Lleida pues ya te imaginas.
-Yo creo que es imposible que muchos militantes de los grandes partidos no tienen mas remedio que verlo.
-Ya pero quieren su puesto y callan.
-Al final habrá que hacer cambios de verdad.
-Creo que sí.
-De momento UPyD lo avisa.
-Los otros copian algunas cosas…
-Paciencia.
-Paciencia amigo.
Es imposible explicar tanto la crisis económico-financiera internacional, como la particular crisis española sin realizar una profunda crítica que inexorablemente lleve a la revisión y reforma de al menosdel modelo económico internacional en el primer caso, y en el segundo también del modelo político, institucional y territorial.
Tanto en un caso como en otro, vemos como todas aquellas élites a las que no les interesa que el sistema se reforme, porque interpretan que el modelo actual les es ventajoso, se resisten siquiera a que se plantee la posibilidad de reformar nada.
En el caso de la crisis internacional, todo el sistema bancario internacional podría haber quebrado si no hubiera habido operaciones de rescate por parte de los estados (con cargo precisamente a la deuda pública). La industria automovilística estadounidense estuvo al borde de la quiebra, y probablemente habría quebrado sin esas mismas intervenciones públicas. Probablemente nunca sabremos cuál habría sido la magnitud de la catástrofe. Es imposible asumir esta realidad sin cuestionar el modelo liberal-capitalista que relega al estado a un mero árbitro de una economía fundamentalmente en manos privadas y particulares. No en vano, bajo este principio por ejemplo en España se han privatizado numerosas empresas públicas (algunas eran elefantes enquilsoados, pero otras eran magníficas empresas dinámicas y viables como Endesa).
Pero vemos cómo en lugar de una revisión del modelo, aquí también nos hablan de ciclos, en este caso económicos. Así que cómo ya hay crecimiento económico fuera de España, la máxima imperante parece ser olvidarnos de lo que ha pasado y no reformar nada en profunidad porque la recuperación demuestra que el sistema sigue siendo viable. Pero la cuestión es hasta cuándo. Si ha pasado una vez y no se adoptan reformas volverá a pasar precisamente por la propia teoría de los ciclos.
Algo muy similar está pasando en España con nuestra crisis particular. Las élites beneficiadas o que se creen beneficiadas por el modelo actual (PP, PSOE y partidos nacionalistas) no están dispuetos a hacer las reformas que el sistema necesita para seguir funcionando. Al igual que en el caso anterior nos hablan de un cambio de ciclo, como mera disculpa para no afrontar los problemas.
Existe sin embargo, una sutil pero gran diferencia. En el caso de la crisis internacional la recuperación ya es un hecho y el no acometer las reformas necesarias implica sólo el riesgo (aunque nada despreciable) de que la crisis financiera vuelva a producirse antes o después. Sin embargo, en el caso de la crisis española, ni hay recuperación, ni está garantizado que vaya a haberla nunca si no se acometen las graves reformas que el sistema necesita.
Desde el comienzo de la crisis el gobierno ha hecho una interpretación cíclica, que podría enunciarse como la crisis es algo pasajero que igual que llega se irá independientemente de lo que hagamos, y asumido ese principio lo congruente es tomar medidas a corto plazo para capear el temporal. Recordemos que hasta hace sólo unas semanas la política del gobierno eran medidas transitorias como los PlanesE para reducir el paro durante unos meses a costa de una deuda pública que ya se reduciría cuando todo mejorara por sí solo.
Según avance la crisis, nos iremos dando cuenta de que las soluciones cortoplacistas y no integrales no funcionan. Probablemente nuestros gobernantes intentarán hacer reformas cada vez más profundas sólo cuando la cruel realidad les muestre la ineficacia de las medidas cosméticas y superficiales anteriormente adoptadas.
Lo grave es que con el sistema político actual (sobre-representación parlamentaria nacionalista) ciertas reformas pueden ser impsiobles. Y además según nuestra situación económica y política se vaya deteriorando estaremos cada vez en peores condiciones para acometer esas reformas constitucionales, institucionales, territoriales, políticas y estructurales que el país necesita.
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Aguilar de Campóo (otros dicen Valladolid, pero a cada quién le tira lo suyo), Don Mariano se saca de la chistera (caja de los chistes) la propuesta de que las mutuas de accidentes laborales adquieran la capacidad de expedir altas de incapacidad temporal.
Para esto ya está la Inspección médica, debidamente transferida a las CC. AA. ¿no?
Y se le ocurre decir esto en un encuentro de empresarios familiares mientras recomienda menos ideología y más realismo económico.
¿No es ideología precísamente, lo que impulsa al PP a dejar en manos de empresas privadas la gestión de los servicios públicos?
Un criterio de salud pública, la potestad de emitir altas rebatiendo el parecer del médico de familia (antes médico de cabecera), en manos de médicos de una entidad privada que por mucha ausencia teórica de ánimo de lucro, siempre tiene una directa vinculación con el empresario y sus intereses y una desafección más o menos evidente por los intereses del trabajador, a quien le afecta directamente en uno de los más importantes aspectos de su calidad de vida: la salud.
Parece que el negligente, el incompetente, el irresponsable, el necio, el sectario de ZP le ha hecho el trabajo sucio a Don Mariano y sus peperos y ha dejado abierta la caja de los truenos. Queda abierta la veda contra los derechos de los sufridos trabajadores de «Estepaís».
Los «maricomplejines» comienzan a perder el pudor. Pudor que nunca supuso valladar a los «maricomPajines». Comienzan a rolar los vientos y vamos de la marejada a la fuerte marejada. Esto no ha hecho más que empezar.
¿Seremos nosotros capaces de resistirnos a actuar sobre la palanca de la tragaperras cuando tengamos nuestro rincón en la sala de juegos?
A los liberales de la Gran Bretaña parece que les ha salido bien a corto plazo la jugada de ser «gozne» entre los dos partidos mayoritarios, pero… ¿no les pasará la correspondiente factura en el futuro, haber entrado de lleno en ese juego de dos?
Me alegra irreflexívamente que nuestras expectativas de voto se acrecienten sustancialmente, pero me aterra que al entrar en la vorágine de la batalla podamos perder el sentido de la orientación. Creo que esa no es nuestra guerra, soldado que huye de una, sirve para la siguiente.
Game over sí, ZP se ha quedado sin monedas y cede el paso (no voluntariamente) al siguiente jugador. El PP se apresta a meter la mano en la cartera (en nuestra cartera) para iniciar una nueva partida.
Pero… ¿cómo vamos a poder evitar que se repita el ciclo cuando la nueva partida toque a su fín? ¿Cómo vamos a ser capaces de cortar la alimentación eléctrica de la máquina para poder resetearla?
No podemos permitirnos un solo borrón en nuestra cartilla cuando logremos un puñado de escaños -si las expectativas actuales se traducen en votos reales-, en unas elecciones que, según todo apunta, se van a precipitar (con el permiso de CIU)
Hoy voy a contar un chiste.
Le pregunta un señor a otro:
¿Y este año cómo votaremos al FMI? ¿Votando al PSOE o votando al PP?
Ha pasado ya tantas veces en los últimos tiempos, que parece una obviedad. Me refiero a eso de decir «no cambiemos la política, cambiemos al candidato». Y aquí vemos a tertulianos, periodistas y creadores de opinión varios poniendo maquillaje a uno o a otro, aupando sobre un taburete al que se ha hecho con la foto del día, manipulando, en fin, la realidad de las cosas.
Que si Zapatero debe ser sustituido (por Pepiño, Bono, Rubalcaba…). Que si Durán y Lleida es nuestro salvador (hay que ver el mérito que tendrá si ha conseguido convencer a la gente de que ha apoyado a Zapatero no por los compromisos ya pactados con él en cuanto a presupuestos y demás «chances», sino por el bien común de España, que, si no, se hundía). Que si Rajoy es el más preparado, el que tiene la solución en la mano, bien escondida, que ni siquiera la quiere mostrar en sus propias comunidades autónomas. O, incluso, algunos afirman que, lo importante, es que Zapatero no se vaya, por responsabilidad, en estos graves momentos; hay que esperar a que el barco se haya hundido del todo, recordemos que el capitán debe hundirse con él…Y qué rápido, en momentos de crisis, aquella gente que fue vitoreada en su momento, se convierte en el cabeza de turco, cuando se ha dedicado, única y exclusivamente, a ser la voz de su amo (Elena Salgado, MªTeresa Fernández de la Vega, Corbacho,…).
Así pues, en este país no se habla de política, de medidas buenas o malas, de problemas y soluciones. No, no, aquí triunfa el márqueting electoral, el retrato, las caras nuevas, los manierismos, la imagen. Es lo que nos va a salvar de la quema, cambiar al personaje, aunque sepamos perfectamente que las ideas del nuevo son iguales o peores que las del anterior.
Afortunadamente, en UPyD no sólo hay políticos con imagen (que también, hay que decir que Rosa gusta y gusta mucho), sino, sobretodo, ideas. Y creo que si Rosa gusta es porque habla como piensa, así que, en esta ocasión, imagen y cabeza van unidas. Lástima que la prensa esté ocupada en asuntos muchísimo más importantes…
DURAN Y LLEIDA ES UNA VALLA PUBLICITARIA, NO TIENE OBRA DETRÁS, ES UN PICO DE ORO QUE NO DIJO NADA CUANDO ARTUR MAS FIRMÓ ANTE NOTARIO AQUELLO DE QUE NO PACTARÍA CON EL PP, HACIENDO BUENO EL CORDÓN SANITARIO (INFAME TRAICIÓN A LA DEMOCRACIA).
ES UN NACIONALISTA Y POR TANTO UN POPULISTA, UNO MÁS, COMO ZAPATERO PERO NO TAN IRRESPONSABLE.
NO RESOLVERÁ EL PROBLEMA.