Jornadas de Urbanismo y Vivienda en Madrid
Fundamos UPyD hace algo más de 3 años para llevar a las instituciones un programa centrado expresamente en las grandes cuestiones de Estado: reforma de la ley electoral y de la Constitución, y regeneración democrática de las instituciones mediante limitación de mandatos en los cargos públicos, listas abiertas, políticas de transparencia, racionalización de las administraciones, etc.
Eso ha hecho que en nuestra breve pero trepidante historia nuestro trabajo político se haya concentrado en esas grandes líneas estratégicas que nos definen como partido. Ahora bien, eso no significa que no hayamos tenido en cuenta la importancia trascendental de instituciones sociales como la ciudad, a cuya realidad más material, el urbanismo y la vivienda, están dedicadas estas jornadas.
Antes de hacer una pequeña reflexión sobre el asunto de la importancia política de la ciudad y lo que la política puede y debe aportar a las ciudades, permítanme una exposición previa: cómo ve UPyD el papel de la política municipal, la política de la ciudad, en el conjunto de la política en general.
Precisamente acabamos de aprobar algo que no es muy frecuente según mis noticias, un programa-marco nacional para las próximas elecciones autonómicas y municipales que persigue proporcionar un marco común de referencias para todos nuestros programas autonómicos y municipales, es decir, para nuestras iniciativas políticas y para los conceptos que las fundamentan, se trate de reformas de la administración autonómica o del reagrupamiento de los numerosos mini-municipios actuales en otros de mayor tamaño y más viables en todos los sentidos.
Pretendemos mantenernos al margen de la habitual carrera de promesas y ofertas fantásticas a los ciudadanos que acaban convirtiendo los programas electorales en parodias de la Carta a los Reyes Magos. Tengo a mi lado a los candidatos de UPyD para la Asamblea de Madrid y el ayuntamiento de la villa, Luis de Velasco y David Ortega, ambos recién elegidos en flamantes primarias, y estoy seguro de que no me desmentirán: no van a prometer, si les votan, más autopistas de peaje a punto de quebrar o más edificios singulares, ni más hospitales públicos privatizados o levantar más kilómetros de zanjas para volver a taparlas.
Estamos convencidos de que España necesita urgentemente vincular todos los niveles de la política en un sistema coherente y congruente. Es decir, que si el Estado recorta las pensiones o rebaja el sueldo de los funcionarios, no resulte que la Comunidad Autónoma o el Ayuntamiento contraten a dedo a más empleados públicos, cambien de sitio porque sí una estatua decimonónica de Colón para mejor colapsar el tráfico de una plaza céntrica de Madrid, o tiren más dinero en saraos e improductivas celebraciones que nadie reclama y en realidad fastidian a bastante gente. Lo que pretendemos es llevar a las Comunidades Autónomas y a los Ayuntamientos el mensaje y la política de que las instituciones tienen que cooperar entre sí y no competir y duplicarse a costa del interés general, tienen que tener la eficacia y la transparencia en la gestión como objetivo prioritario, tienen que servir para resolver algunos problemas de los ciudadanos y no para crear otros nuevos sin resolver los antiguos. Lo que queremos es que el ayuntamiento de Madrid o la comunidad autónoma dejen de ser escaparates privilegiados para la promoción personal, a más altas esferas, de profesionales del negocio político que, como Esperanza Aguirre o Alberto Ruiz Gallardón, de liberales sólo tienen la alegre liberalidad con que derrochan recursos públicos en su promoción personal.
En resumidas cuentas, lo que nosotros vamos a hacer en las instituciones autonómicas y municipales, y para lo que vamos a pedir el voto y entrar en ellas con toda seguridad en mayo del año que viene, es trabajar para que cada institución se dedique a cumplir sus legítimos objetivos políticos, que no son otros que servir, cada cual a su nivel, al interés general de los ciudadanos. Interés que no tiene nada de misterioso: sólo se trata de que haya buen gobierno, buena gestión de los recursos públicos invertidos en servicios públicos adecuados, desde la recogida de basuras y el suministro de agua a la educación y la sanidad, de forma que la vida particular pueda liberarse de algunas pesadas cargas impuestas por la naturaleza para dedicarse a las legítimas ambiciones y proyectos de cada uno.
Dicho esto, es una gran fortuna poder reflexionar y debatir sobre la ciudad, en particular sobre la ciudad de Madrid que es, con diferencia, la ciudad más interesante y atractiva de España. Y me explico. Se puede juzgar el atractivo e interés de una ciudad desde muchos puntos de vista: por la calidad de su urbanismo, por sus edificios y casco históricos, su actividad social y cultural, su dinamismo económico, su clima y paisaje, etc. Sin duda en España hay muchas ciudades que pueden disputarle a Madrid mayor atractivo en alguno o varios de de estos criterios. Lo que me parece indudable es que Madrid se impone claramente ponderando la media de todos ellos.
Lo digo siendo un nativo de San Sebastián que sigue manteniendo allí su domicilio, pequeña ciudad que en algunas cosas importantes no está nada mal, y habiendo visitado más de una vez, a veces más de cinco, casi todas las ciudades de España. Lo digo también con la experiencia de haber pasado muchos meses y semanas en Madrid, y estando por tanto al sufrido corriente de sus problemas de tráfico, limpieza, ruido, vivienda, clima y unas cuentas cosas más. ¿Por qué considero entonces que Madrid es la ciudad más atractiva e interesante de España? Pues sobre todo porque a día de hoy consigue la mejor nota en las cosas que más importan de una ciudad en una democracia evolucionada: dinamismo económico, social y cultural, apertura de mentalidad y, sobre todo, una elevada indiferencia a las obsesiones identitarias y localistas que han hecho considerables estragos en prácticamente todo el resto de España.
Uno de los mayores atractivos que el nuevo vecino de Madrid encuentra en esta ciudad es que haya tan poca gente empeñada en explicarte desde el primer día qué es la identidad madrileña y por qué deberíamos defenderla, a diferencia de lo que ocurre en ciudades por lo demás tan admirables como Barcelona, Sevilla, Santiago de Compostela, Burgos o, incluso, Bilbao.
La democracia es una idea que nace en las ciudades, eso lo sabe casi todo el mundo. Por eso el sujeto de la democracia se llama por tradición ciudadano, aunque viva en el campo remoto o en una isla casi desierta. La democracia surgió en un ambiente social donde la igualdad de derechos y obligaciones de todos los ciudadanos –aunque éstos fueran un grupo restringido que excluyera a mujeres, esclavos y extranjeros- eran un asunto importante que había que resolver de modo práctico, no meras hipótesis abstractas. Por eso los primeros y valiosos experimentos democráticos tuvieron lugar en ciudades como las de Grecia, o más adelante en algunas de Italia y del norte de Europa.
La vida en las ciudades siempre ha exigido un esfuerzo de innovación, de reinvención y recreación de todo, desde el trazado urbano y los servicios públicos a la administración y las costumbres, que las ha convertido en los centros naturales de la innovación y la apertura mental. Cuando Aristóteles escribe sobre la ciudad ideal no se limita a postular un modelo de constitución política, sino que también se preocupa por el trazado urbano, las casas y calles donde vive la gente y los edificios públicos que deben albergar las instituciones. Frente a la tradición de rechazo del cambio, habitual del mundo rural, la ciudad ha encarnado la tradición contraria del gusto por la novedad, el experimento y el cambio. La democracia, con sus exigencias siempre nuevas de adaptación a los tiempos, forma parte de esta tradición propiamente ciudadana.
Por eso entenderán por qué Madrid, pese a sus taras y fastidios que tanto deploran algunos y que causan enormes embotellamientos en las carreteras durante las operaciones de salida vacacional, me parece la ciudad más ciudad que tenemos hoy en España, y por eso mismo la última esperanza de vigorosa reacción de regeneración democrática viva entre nosotros. Es la única ciudad que no ha padecido una cierta forma de ruralización mental, venida de la mano del sobrepeso excesivo de las políticas autonómicas, cuando no totalmente nacionalistas, volcadas en el bombardeo identitario que, con su deificación de la tradición, acaban ahogando ese gusto por reinventarse e innovar todos los días que es propia de las ciudades donde nació la democracia y donde ésta sigue más viva. Cuando se mata o anestesia la ambición de cambiar en beneficio de tradiciones más o menos inventadas, lo que se está matando es la vida propiamente ciudadana.
Es cierto, quizás poco comentado, que uno de los fenómenos más positivos y admirables de la transformación de España en estas décadas ha sido el gran salto que han dado las ciudades.
Antiguas capitales de provincia que daban grima a finales de los años setenta, sesteantes o siniestras sedes episcopales y de gobiernos militares ancladas en las novelas de Galdós y Leopoldo Alas, son hoy en día ciudades, pequeñas o medianas, que da gusto visitar y donde apetecería pasar una buena temporada. Pero todavía no han podido desarrollar toda su potencialidad cultural y política, básicamente urbanas, por el excesivo peso y prepotencia de poderes poco o nada interesados en el desarrollo de la democracia, que es lo mismo que decir el libre desarrollo de las ciudades. Por no hablar de ciudades que no hace tanto eran mucho más dinámicas, abiertas e interesadas en el ancho mundo exterior de lo que lo son ahora, como las ciudades vascas o Barcelona, triste ejemplo esta última de los estragos de la ruralización mental que el nacionalismo puede imponer a una ciudad tan soberbia por otras razones.
Madrid es la única ciudad española importante que se ha salvado de estos estragos y que, por el contrario, ha sabido acoger con entusiasmo a todos los que huían de los padecidos por sus ciudades de origen. Madrid es probablemente la única ciudad española donde la gente se preocupa más por sus problemas reales, y los de su país, que por problemas imaginarios o fabricados por grupos de poder provincianos. También es cierto que, aparte de por la apertura mental de la sociedad que la habita, esto resulta relativamente fácil por la gran cantidad de problemas reales que padece un Madrid que todavía necesita aprobar muchas asignaturas de calidad de vida y gestión pública. Ha llegado la hora de que también nos ocupemos de estos problemas, desde el precio de la vivienda hasta el tráfico insoportable. Y ese es el sentido y objetivo de estas primeras Jornadas de Urbanismo y Vivienda. Sus conclusiones no serán solamente locales, sino que interesarán en todo el país.
Muchas gracias a todos.
-¿Como se puede pensar en solucionar los problemas si no solucionamos los de las casas en donde vivimos?
-Claro seria empezar la casa por el tejado.
-¿O la ciudad en donde paseamos?
-Es lo primero que debemos hacer, ¿si no estamos agusto como vamos a trabajar en otras cosas?.
-Claro empezar por los cimientos.
-Muy bien veo que lo entiendes.
-Si
-Pues ala a trabajar.
-¿Por donde empiezo?
-¡Por los cimientos! ¡hombre!.
-Claro.