La quiebra de Cataluña, de Madrid… y la de España (y quizás la UE)
Alberto Ruiz Gallardón ha visitado a José Luis Rodríguez Zapatero para rogarle que haga una excepción con el ayuntamiento de Madrid y le permita endeudarse para hacer frente al gigantesco déficit de la capital. La Generalitat ha lanzado una emisión de bonos de deuda a un interés del 4’75% a un año y dos días que, me decía un amigo conocedor, les están quitando de las manos. Tanto la ciudad de Madrid como la Generalidad de Cataluña se enfrentan a una brutal falta de liquidez que les impide pagar a proveedores y, muy pronto si no hacen algo, las nóminas de sus empleados y los intereses de su enorme deuda. Entre tanto, la Junta de Andalucía –cuyo rating de deuda pública es tan malo como el catalán por las mismas razones: derroche de recursos- ha anunciado que convertirá a casi veinte mil empleados públicos en funcionarios, saltándose los procedimientos de oposición pública e incrementando su deuda por gasto corriente. Cada vez se anuncia con más insistencia que el Estado español está en puertas de una suspensión de pagos que, a diferencia de la irlandesa y la muy probable portuguesa, no podrá rescatarse con fondos de la UE debido al gran tamaño de nuestra economía. Como indicios de esta próxima quiebra, los inversores internacionales rechazan prestar dinero a las Cajas de Ahorro (51% del sistema financiero español) incluso cuando están avaladas por el Estado: sencillamente, el Estado español ya no tiene crédito, o lo que es lo mismo, el dinero internacional no se cree que sea capaz de hacer frente al pago de la deuda pública ni de la privada avalada.
La situación financiera de Madrid –también la de la Comunidad, aunque de esta se hable menos- tiene que ser desesperada –casi ocho mil millones de euros conocidos, seguramente muchos más ocultados en entes públicos- para que Gallardón recorra el humillante camino de Canossa de pedir ayuda excepcional a Zapatero, el único responsable de todos los desastres según su partido, el PP. La situación financiera de España tiene que ser desesperada para que Zapatero renuncie a la interesante humillación de uno de sus principales rivales políticos, despejando el camino a los candidatos socialistas.
La emisión de bonos catalanas es de las que ese amigo califica de “argentinas”: las ofertas fabulosas que preceden al crack del sistema. Porque es una emisión para captar dinero con el que pagar gasto corriente -nóminas, intereses y proveedores- que, en su momento, habrá que refinanciar con una emisión todavía más astronómica que endeudará aun más a Cataluña. Cuando los políticos catalanes peregrinen a La Moncloa para pedir que el detestado Estado común les saque del aprieto, el inquilino del momento les mostrará las arcas vacías y les mandará a casa sin nada, como a Gallardón.
Madrid, Cataluña y Andalucía suman entre las tres casi la mitad de la población de España, y un gran porcentaje de su PIB. También acumulan una enorme deuda pública y privada en gran parte de magnitud desconocida, porque nadie se cree las cifras oficiales (basta con ver que el agujero de Cajasur era mucho mayor que el declarado oficialmente). Si esas tres comunidades quiebran, es imposible que España en su conjunto no quiebre. Los mercados internacionales dan por descontado que acabará pasando, e incluso dan una fecha aproximada: el primer trimestre del año que viene. De eso ya prácticamente no se duda, y las especulaciones giran en torno a lo que pasará después: ¿será España expulsada del euro? ¿podrá subsistir la propia UE si expulsa a España de su zona económica? ¿Arrastrará la quiebra de España a la Unión Europea, tal como es ahora? Así estamos.
Y sin embargo, muchos analistas insisten en que España tiene una economía y unas cuentas públicas en mejor estado que las de Grecia, Irlanda o Portugal. ¿Cuál es la diferencia con estos países que agrava tanto nuestras expectativas? Pues está claro: nuestro sistema político. Es un lastre para España. Y no sólo lo es Zapatero, aunque este sea el más responsable en su calidad de jefe del gobierno, también son un lastre Rajoy, Durán i Lleida, Erkoreka y compañía. Ninguno de ellos está dispuesto a poner en marcha ni una sola de las reformas indispensables para hacer viable al Estado y remontar esta enorme crisis económica.
Obsérvese que en las comunidades y ciudades citadas gobiernan o han gobernado en los últimos veinte años los tres actores principales del sistema político español: PSOE (en Andalucía y Cataluña bajo la franquicia PSC), PP (Madrid) y nacionalistas (CIU y ERC). Por cierto, las demás comunidades no están mucho mejor, aunque su situación sea menos llamativa debido a su menor tamaño demográfico y económico. Ni siquiera las del Concierto, País Vasco y Navarra, se salvarán de la quema si todo se hunde (por mucho que ello alegre a los abertzales, que ya sueñan con el desgajamiento de facto de España); significativa al respecto la amenaza de la Comisión Europea a las alegres y aprovechadas diputaciones forales por incumplir descaradamente la sanción impuesta por las “vacaciones fiscales” vascas. Si la Comisión llega hasta el final y obliga a devolver las ayudas ilegales a empresas y haciendas, también éstas se verán en apuros a la irlandesa… por mucho que se imaginen de un mundo aparte.
En resumen: crisis financiera hay en muchos Estados, pero España es el único de los de cierto peso mundial que ve muy agravada su situación por una pérdida total de crédito a consecuencia de que su sistema político es incapaz de gestionar el país como es debido, enfangado como está en la corrupción institucional y preso de oscuros intereses trabados durante estos años. PSOE, PP y nacionalistas no harán sino empeorar la situación del país, hundiendo el interés general por salvar el suyo partidario. No se trata sólo de echar a Zapatero, que también, sino de reformar la casa de la democracia de arriba abajo. El que no quiera verlo tendrá no muy tarde un amargo despertar.
-No puedo dormir son tan greves los problemas económicos y politicos que el futuro pinta muy negro para España.
-Es verdad hay que tomar decisiones que nadie toma y asi vamos al desastre.
-UPyD lo ha dicho y trata de explicarlo pero los oscuros interesas tapan su boca.
-Lo lamentaremos.
-Por desgracias lo lamanteremos todos.
-¡Hasta Europa!
-Hasta Europa.
Me gustaría que no tuviese usted demasiada razón, sólo espero que no la tenga toda. Si el mérito de cada parte es gastar más que el vecino, o que el sucesor en el cargo, los intereses particulares se meriendan a los generales.
Zapatero alimentó a las pirañas: el menú era plan E, balanzas fiscales, Estatutos económicos, FROB, y de postre, energías renovables al carbón leonés. No hubo piraña que soltara bocado para decir esta boca es mía.
Esos banquetes los pagaremos (¡casi!) todos, con nuestra carne o la de nuestros hijos.