PSOE y PP: dos trayectorias convergentes de dos partidos intercambiables
Zapatero ganó aquellas elecciones de marzo de 2004 no tanto por el atractivo de su programa como gracias a la antipatía e impopularidad en las que habían caído el PP de Aznar y sobre todo el propio presidente, rematado por el terrible atentado islamista cuya autoría su gobierno, víctima de un prejuicio invencible, tardó en reconocer demasiado. Casi siete años después todo indica que el cuadro se repite: el PP ganará las elecciones gracias al hundimiento de la popularidad del PSOE pero sobre todo de Zapatero (que ha llegado al odio en no pocos círculos de opinión, como le pasara a Aznar en otros).
Según un dicho no poco cínico aunque experimentado, la democracia consiste más en echar al mal gobierno que en elegir uno bueno (Popper lo formuló de modo más elegante, pero esa es la idea). Y lo cierto es que el partido que ahora comanda Rajoy no ha hecho gran cosa todos estos años para evitar la desastrosa situación política y económica del país; en la crítica gratuita del gobierno a la oposición –no ponen manos a la obra- hay un principio de verdad, aunque no del sentido buscado. Tan coautor como el PSOE de nuestros males nacionales gracias a su responsabilidad en el gobierno de Madrid, Valencia, Murcia o Galicia –aportación imprevista del Estado Autonómico-, el PP se beneficiará sin embargo de la irracional tardanza de ZP y sus centuriones en reconocer que se iniciaba una crisis económica de incalculables consecuencias. Del mismo modo en que el PP de Aznar no consiguió prever el peligro del terrorismo islamista, tampoco el PSOE de Zapatero y Solbes supo prever la crisis económico-financiera, incluso cuando ya estaba muy avanzada.
Pero aquí termina el paralelismo a lo Plutarco en que ambos parecen condenados a copiar sucesivamente los errores del otro. Porque, por lo demás, ambos partidos comparten la responsabilidad de:
1 – haber negado todos estos años que existía una alarmante burbuja inmobiliaria que amenazaba al sistema financiero y al endeudamiento privado.
2 – negarse a sanear y profesionalizar (despolitizar) las cajas de ahorro, incluso ahora.
3 – retrasar la puesta en marcha de un cambio prudente de modelo productivo.
4 – retrasar la mejora de la competitividad y productividad de la economía del país.
5 – negarse a tomar en serio la educación obligatoria dejándola en manos de burócratas y “expertos” promotores de modelos ideologizados y transnochados.
6 – negarse a potenciar la universidad y la investigación científica asfixiándola en burocracia y minifundismo autonómico, además de la vieja endogamia.
7 – negarse a iniciar una reforma laboral en el momento más favorable, cuando se creaban empleos en lugar de destruirse masivamente.
8 – negarse a racionalizar la administración eliminando du y triplicidades absurdas y carísimas.
9 – negarse a frenar el aumento del gasto público derivado de inversiones suntuarias y de un gasto corriente desbocado que se comió el superávit de un año para otro.
10 – negarse a reformar el sistema de pensiones cuando la caja estaba llena y el Pacto de Toledo intacto.
11 – realizar inversiones en infraestructuras sin planes de viabilidad económica, obedientes a criterios políticos clientelares y no a las necesidades económicas, como el carísimo AVE sólo para pasajeros (pudientes y subvencionados) o los aeropuertos desiertos.
12 – aceptar la regresión de la política fiscal, beneficiando a las rentas del capital y exprimiendo más y más a las del trabajo (los que cobramos nómina y pagamos por todo).
Y esto en lo que a medidas de índole económica y administrativa se refiere, pues a ellas podemos añadir sin demasiado esfuerzo que ambos partidos, PSOE y PP, son igual de responsables de:
1 – negarse a reformar la Ley Electoral heredada del franquismo para hacerla más equitativa y más representativos sus resultados.
2 – negarse a tocar otras leyes intactas del franquismo, como la legislación laboral.
3 – iniciar la reforma encubierta de la Constitución, en sentido confederal, mediante los llamados “Estatutos de segunda Generación”, acabando con toda política nacional que no sea mero trapicheo de transferencias del Estado a las CCAA.
4 – rechazar las reformas destinadas a instaurar y proteger la imprescindible autonomía del Poder Judicial.
5 – convertir al Tribunal Constitucional en un apéndice grotesco e ineficaz de sus propios partidos, con sus jueces «progresistas» y «conservadores» alineados como en un partido de fútbol sin árbitro.
6 – cultivar la disparatada proliferación de normas y leyes de todo tipo que convierten a España en un Estado intervencionista y de dudosa seguridad jurídica, con más excepciones que normas, con reglas para todo pero no iguales para todos.
7 – aceptar la fragmentación de la sanidad, la educación, la vivienda, los servicios asistenciales y las políticas activas de empleo en 17 sistemas diferentes, ineficaces e incoherentes que además atentan contra la igualdad.
8 – derrochar recursos públicos en redes clientelares y subvenciones descontroladas, de la cultura a las teles autonómicas, que ninguna demanda ni resultados justifican.
9 – tratar de controlar la sociedad civil interviniendo toda iniciativa empresarial, comunicacional, política o cultural de interés público, y tratando de asfixiar a las que no pueden controlar mientras potencian las afines con recursos públicos.
10 – oponerse activamente al desarrollo de una gestión pública transparente que permita a los ciudadanos saber dónde van sus impuestos, quién, cómo y para qué los emplea, y con qué resultados.
11 – desarrollar iniciativas legislativas que o son inútiles y decorativas o interesan a muy pocos, como los nuevos Estatutos de Autonomía, mientras se retrasan ad calendas graecas la Ley de Huelga, de Propiedad Intelectual o de Financiación Municipal, entre otras urgentes.
12 – y sobre todo, haber convertido la política en una actividad desprestigiada hasta el punto de que partidos y políticos son ya uno de los principales problemas del país en las encuestas de opinión, cerrando así la vía de acción normal para resolver los problemas en una democracia: la implicación activa de los ciudadanos en los asuntos públicos.
Y seguro que me dejo cosas importantes, pero esta es una relación a vuela pluma que sólo persigue un objetivo, o mejor dos:
A – Demostrar que no tienen razón quienes se quejan de que PSOE y PP (y CIU, PNV, ERC, CC, etc.) son incapaces de llegar a acuerdos: por el contrario, PSOE y PP están de acuerdo en no cambiar nada de lo que ha conducido a España a la más grave crisis doble, económica y política, de las que hay en la UE.
B – Mostrar que con estas políticas, esos partidos y aquéllos políticos de PSOE y PP, más sus socios nacionalistas y de IU, no cabe esperar nada en lo relativo a las reformas y a las políticas imaginativas y audaces para salir de la crisis doble, tanto económica como política. Mientras PSOE y PP se alternen en el gobierno, gracias a una ley electoral pensada para los Procuradores en Cortes de Franco y al apoyo de pequeños partidos nacionalistas convertidos por aquélla en imprescindibles, que nadie espere otra cosa que rogativas a la UE y a los mercados para que se apiaden de nosotros. Y como solución a los males políticos, llamadas a la santa resignación -al «estoloarreglamosentretodos pero lo pagas tú»- y procesiones con los santos identitarios de cada autonomía llevados a hombros de parados (al estilo de Alvarez Cascos, ahora convertido al regionalismo asturianista desde el aznarismo de estricta observancia, en perfecto bucle ejemplar de lo que esta gente es capaz).
Luego no se quejen de que no estaban avisados, ni de que no había alternativa: UPyD, que ha propuesto exactamente lo contrario.
Feliz año Carlos.
La lista de coincidencias entre los dos partidos del «sistema» es bastante completa, pero añadiría una coincidencia más. Tanto el PSOE como el PP son los últimos en enterarse de los casos de corrupción que hay en sus propias filas. Solo cuando es muy evidente toman medidas contra los pillados con las manos en la masa. Sus prédicas sobre comportamiento ético solo se dirigen al contrario. Se escandalizan por las corruptelas ajenas y callan sobre las propias haciendo todo lo posible por taparlas. La doble moral es uno de los puntos en que más se asemejan el PSOE y el PP.
-¿Pero que más nos da que salga Rajoy si es lo mismo que Zapatero?.
-Yo no me explico las verdaderas razones para que no vean que hay que cambiar muchas cosas en economia y en politica.
-Ten en cuanta que PP y PSOE son dos grandes organizaciones en donde todo el mundo mira por el ojo de los de arriba.
-Y tratar de medrar.
-Pues entonces no hay que sorprenderse de nada.
-¿Reaccionara la sociedad?.
-El pueblo es sabio, pero si no le informan es fácil que sea ciego.
-Al final si no ve, intuira.
-El Sabio Pueblo.
-Eso mismo.
A mi juicio, el primer problema que sufrimos es la multiplicidad de administraciones que NO se reparten las competencias del estado, sino que las duplican, triplican o centuplican con organismos y entidades cuya función solo es poder «colocar» a los amiguetes de la misma cuerda según el partido que gane el poder. O, peor aún, según el reparto que entre ellos acuerden esos partidos.
Así tenemos un ministerio de asuntos sociales que NO marca las directrices, ni distribuye las competencias, ni sus costes, conviviendo con las 19 consejerías de asuntos sociales de cada autonomía, que a su vez tampoco reparte ni organiza el juego de sus competencias entre las Diputaciones y Ayuntamientos que igualmente intervienen por libre dentro de su propio ámbito.
No se ha conseguido, en absoluto, la vieja falacia de acercar los servicios al ciudadano, sino que muy al contrario se ha logrado que esos servicios se rijan por intereses político-electorales, duplicando (o triplicando) coberturas en unos casos y dejando en otros, auténticos solares de asistencia. Sin entrar en el elevadísimo coste de gestión que supone esta multilateralidad, con incontables cargos de dirección (de libre designación por reparto del botín electoral), cargos de confianza, asesores diversos y funcionariado anejo.
¿Qué sentido tiene, por ejemplo, que en algunas autonomías haya cuatro cuerpos de seguridad independientes operando en el mismo territorio y disputándose competencias? ¿En qué ha servido ese disparatado modelo para «acercar el servicio al ciudadano»?
El Estado de las Autonomías se ha convertido en una merienda de negros donde el único objetivo de cada político es meter su cuchara y tratar de sacar mayor tajada que el contrincante.
¿Alguien se ha entretenido en enumerar los boletines, diarios, y publicaciones oficiales que cada día publican más y más normas, leyes, reglamentos y disposiciones de todo tipo que lo único que consiguen es enmarañar el cuerpo legal del Estado como conjunto de administraciones? UNA LOCURA.
En cuanto a la ley electoral vigente es de junio del 85 y sustituye a un Real Decreto-Ley de 1977, con lo que no proviene de la etapa anterior de los procuradores en Cortes.
En su preámbulo se refiere a que el derecho de sufragio se realice en plena libertad, pero en ningún momento hace mención a conceptos básicos de toda ley electoral como deberían de serlo el de igualdad, el de proporcionalidad, el de justicia representativa o el de fiel reflejo de la voluntad del electorado.
Sí habla, sin embargo, de la alternancia en el poder como aviso premonitorio de la dictadura partitocrática en la que se ha convertido nuestra democracia.
Es más, me atrevería a tachar de totalitarios, dictatoriales, antidemocráticos y liberticidas a estos dos partidos, y a alguno más del espectro político residual de las Taifas hispanas.
Poco más de setecientos mil son los afiliados del PP, lo que no tiene ninguna relevancia dada la inexistente democracia interna dentro de este partido para designar candidatos. Pero el PSOE, que presume de SÍ tener esa democracia interna, apenas supera la mitad de la cifra de afiliados del PP, con lo que en todo caso solo serían 360.000 ciudadanos españoles los que elegirían a quien tenemos que votar los demás si no queremos optar por el candidato digitalizado del PP.
De esta forma nos imponen a uno y otro candidato, con lo que podríamos decir que el presidente del gobierno de turno, solo es elegido por apenas un millón de españoles. En el caso de que existiese democracia interna real, libre y directa en las bases de ambos partidos, cosa que tampoco es cierta en el PP y discutible en el PSOE.
Claro, ¡cómo no! nunca me había planteado esa persistencia, pertinacia, contumacia y tenacidad en recordarnos permanentemente la oprobiosa dictadura del General de el Ferrol. ¡Ahora SÍ tenemos DEMOCRACIA! gracias a esta nueva casta de intocables que ha nacido en esta España tan libre, tolerante y democrática como nos la pintan.
Nos preguntan cada cuatro años y luego ellos administran el cheque en blanco pactando y repartiéndose el pastel a espaldas (y contra los intereses) de los libres, tolerantes y democráticos ciudadanos.
Cada vez me espantan más los expendedores de carnets de demócrata. Van a acabar haciendo bueno al General ferrolano: Dime de lo que presumes, que yo te diré de lo que careces.
Vamos camino de una dictadura cara (mil clientelas y departamentos duplicados e ineficientes a los que nadie ha elegido), la sociedad está anestesiada, paralizada y aburrida con la situación actual.Hay que perseverar en la regeneración del sistema sin perder el norte cuando se empiece a tocar poder.
Y vamos camino de esa dictadura (si no estamos ya en ella), no solo por el totalitarismo que exhiben algunos partidos -la mayoría- sino por el creciente desencanto y deterioro de la confianza ciudadana en la clase política, que facilmente derivaría en apoyo de «iluminados mesías» con pies de barro, cuyo único valor ideológico sería la demagogia populista a la que es tan sensible una base social con poco criterio y menos juicio crítico.
Por ello me cuestiono muy mucho si debemos de intervenir en la política municipal, desde la que no podemos optar a la regeneración que pretendemos y podemos perdernos en el bosque enmarañado de los intereses espúrios, mezquinos y traicioneros de las corporaciones locales, donde se da la mayor tasa de corruptelas y transfugismos, que si son incontrolables para los grandes partidos, lo son mucho más para un partido novel como el nuestro.