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La manía de despreciar la experiencia, o una reivindicación de la historia

En una de sus famosas frases Albert Einstein dijo algo como esto: “me asombra que alguien espere un resultado distinto cuando procede del mismo modo”. Yo tengo una versión más breve que utilizaba a menudo en mis atribulados tiempos de director de departamento universitario: siempre que pasa igual ocurre lo mismo. Pues aunque parezca mentira hay muchas personas, intachables en muchos aspectos, que parecen incapaces de entender el principio de causalidad natural y se abonan al pensamiento mágico, a menudo revestido de teoría extravagante. Y así creen posible hacer las mismas cosas que otras veces les condujeron al fracaso y ahora conseguir el éxito. Supongo que conciben la vida como una lotería o una tómbola del tipo de aquella canción tan pegadiza (tómbola de luz y de color) de los franquistas sesenta o setenta.

Y viene todo esto al caso de las esperanzas puestas por unos en la última treta de ETA para volver a las instituciones vía la marca Sortu, y en la incomprensión de otros por lo que está sucediendo en los países árabes. La epistemología popular permite ver qué conexión hay entre ambas incomprensiones y el papel jugado por ciertos “expertos”.

Sobre lo primero, algunos parecen no haber aprendido nada de las pasadas treguas de ETA y de su constante refundación del mismo partido bajo diferentes marcas. Cuando se les recuerda amablemente el hecho innegable, tienden a despreciar el argumento de la experiencia diciendo que, esta vez, sí que será distinto. Pero, ¿por qué?, ¿porque ellos son expertos natos, o porque la experiencia no tiene ningún valor? A juzgar por lo que dice en un vídeo de El País Luis Aizpeolea, gran muñidor de esa variedad de pensamiento mágico que es “esta-vez-sí-que-ETA-va-en-serio-con-la-paz”, lo que se interpone entre el logro de sus bellos deseos y la penosa situación presente no es otra cosa que la maldita experiencia, siempre fastidiando a expertos de buena fe como él mismo o su amigo y socio en la materia, el socialista Jesús Eguiguren. Pero la mayoría de la sociedad, puede que no tan experta pero con más sentido común en lo que a ETA respecta, se niega a renegar de la experiencia del trato con esos asesinos. Bastaría que esa misma mayoría procediera igual con el PSOE, el PP y los nacionalistas para que este país mejorara considerablemente, pasando del pensamiento mágico y el reniego de la realidad y la experiencia al aprecio de los hechos y del pensamiento racional. ¡Así que no desesperemos, puede conseguirse!

Vayamos a la situación en los países árabes. Como no podía ser de otra manera, ésta es en sí misma muy variada: incluye desde revueltas que acaban con el gobierno, como en Túnez y en Egipto, a una guerra civil larvada como en Libia, pasando por los movimientos por la igualdad de derechos civiles de los chiitas de Bahrein y otros emiratos del Golfo. ¿Qué tienen en común todos ellos? Si aplicamos la norma de recurrir a la experiencia acumulada, es decir a la historia, descubrimos rápidamente un parecido nada casual con las revueltas que derribaron el muro de Berlín y los regímenes socialistas del este de Europa hacia 1989. Se trata en todos los casos de una población civil sometida a regímenes despóticos, corruptos, anacrónicos y atrasados que bloquean la evolución del país, especialmente para la gente más joven, condenada a la pobreza y la marginalidad social. En este punto, el dilema que se plantea a los afectados es el que el sociólogo Albert Hirschman llamó de “voz o salida”: o se expresa públicamente la protesta contra el régimen (mediante manifestaciones, artículos, críticas públicas), o se abandona el país (emigrando o refugiándose en la marginalidad). Cuando la segunda alternativa desaparece del horizonte, por ejemplo porque los países vecinos cierran la frontera ante el riesgo de avalancha de refugiados o emigrantes económicos, o porque el propio régimen impide a la fuerza la emigración voluntaria (como hacían los países socialistas), la alternativa o preferencia de “salida” deja de serlo a favor de la “voz”, es decir, a favor de la protesta social en forma de manifestaciones de protesta cada vez más organizadas.

Veamos ahora lo que está sucediendo en los países árabes y puede suceder en otros, árabes o no (como Irán, China o Venezuela): el cierre de fronteras a la emigración económica como consecuencia de la crisis internacional, o del propio autoritarismo del régimen, debilita cada día más la opción “salida”: queda entonces la posibilidad de recurrir a la “voz” contra el régimen culpable, posibilidad agigantada hoy en día –a diferencia de los años 80 en la Europa oriental- por el desarrollo de internet y la comunicación vía satélite, desde los móviles a la televisión. A lo que estamos asistiendo, por tanto, es a una nueva oleada de un fenómeno de insurrección social en sociedades complejas –pues aunque atrasados, estos países ya son complejos y están más o menos integrados en la civilización global- que tuvo su primera y gran manifestación en la Europa del Este, comparativamente menos pobres que países como Túnez o Egipto pero mucho más cultos e informados que éstos. Convertir el debate sobre este fenómeno de “voz o salida” en el viejo debate etnocentrista sobre si los árabes están o no preparados para la democracia (como si nosotros lleváramos la democracia en los genes y ellos no), o sobre la difícil secularización del islam (como si las iglesias cristianas se hubieran dejado desposeer voluntariamente del poder político), es una vez más errar el tiro al ignorar la experiencia histórica: lo que sabemos de la naturaleza humana y de cómo evolucionan las sociedades bajo el conocido cóctel de explosión demográfica, opresión política, empobrecimiento económico y corrupción que saquean el país y bloquea sus posibilidades de evolución pacífica.

Y por cierto: los “expertos” en países árabes tampoco predijeron lo que iba a pasar, a diferencia de algunos escritores y periodistas mucho más perspicaces (incluyendo muchos blogueros de los países árabes). Ahora esos mismos expertos nos dicen que desconfiemos de la experiencia porque lo de Libia o Yemen no tiene precedentes. Vamos, que confiemos en ellos en vez de en nuestra capacidad de comprensión fundada en la experiencia y la observación. Como con Sortu, en fin. Pues conmigo que no cuenten… Respecto a Sortu, en concreto, no hay nada más democrático que presionar contra cualquier «salida» que no sea obligarles a alzar la «voz» contra ETA. Entonces hablaremos. Y respecto a los países árabes, lo que conviene es que la voz civil recién estrenada en algunos pueda evolucionar hacia la democracia: un camino problemático, difícil y siempre lleno de incertidumbres.

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6 comentarios a “La manía de despreciar la experiencia, o una reivindicación de la historia”

  1. Sake dice:

    -Fíjate que a mi edad todavía creo en que los humanos inevitablemente caminamos lentamente hacia lo mejor para todos, siempre con los jóvenes a la cabeza.
    -Hombre, a éso se llama ser optimista.
    -Siempre siempre luchamos instintivamente por lo mejor aunque en infinidad de ocasiones fracasemos.
    -Pienso que debemos utilizar la cabeza no sólo el corazón.
    -Digamos que debemos utiliar un corazón con cabeza.
    -No está mal expresado.
    -Claro que no.

  2. alcotarelo dice:

    Excelente entrada. No puedo estar más de acuerdo.

    Respecto a lo de los países árabes y el Magreb, cada día me parece más bochornosa la inexistente actuación de la UE y la de esa marca comercial llamada gobierno de España.

    Los primeros (Alshton, Barroso, Van Rompuy & Co.) realmente no han hecho nada todavía y afirman haber enviado una misión técnica que no política de observación a Trípoli. Una vez más parece que EE.UU. tiene la iniciativa, correrá con los gastos (económicos y de vidas humanas)… y por tanto obtendrá los beneficios morales, y también los políticos y económicos de aumentar su influencia en la región.

    Por su parte el presidente de la marca España ha ido primero de visita oficial a los Emiratos Arabes Unidos. Se trata de un conglomerado de dicatudaras petroleras, uno de cuyos mini-estados miembros (Bahrein) está sufriendo una oleada de revueltas democráticas.

    Sin embargo, parece que el viaje de Zapatero no tenía la finalidad de apoyar dichas revueltas democráticas, sino el conseguir fondos petroleros y dicatoriales para comprar deuda pública española y capitalizar una caja de ahorros no especificada.

    Para empezar el gobierno no nos cuenta a cambio de qué van a comprar estos árabes un producto de inversión tan malo y poco fiable como la deuda pública española.

    Y en el caso de la Caja de Ahorros, parece obvio que la entrada de capital privado en la misma supone una privatización de facto. Por tanto se trata de convertir un bien público que producía beneficios sociales (la politizada obra social) en un banco privado. Se da además la cisrcusntancia de que esa caja o banco compite en un supuesto mercado libre con otros bancos privados y cajas a los cuales el gobierno no ha favorecido buscadoles financiación. Aunque tal vez tampoco puedan protestar mucho después de que les hayan dado por decretazo unas ayudas públicas (es decir de nuestro dinero) que desconocemos.

    A continuación este mismo señor se permite ir a Túnez a darles lecciones de democracia. Y no le supone vergüenza alguna para decir eso el hecho de haber apoyado hasta el último momento a Ben Ali (como a Gadafi o Mubarak, que era uno de sus grandes aliados en eso de la Alianza de Civiliazaciones). Tampoco el hecho de haber vendido ilegalmente armas de la marca España a Gadafi.

    Como diría Santiago González esto es lo que tiene el no someter las palabras y actuaciones propias al principio de no contradicción. Y como diría Rosa Díez, se trata de una muestra más de la actitud camaleónica de Zapatero que se permite vender armas a un déspota genocida, ir a negociar con el dictador petrolero de turno, y luego ir tranquilamente a Túnez a darles lecciones de democracia. Y de paso se erege en embajador del modelo político (creado en la transición) que él mismo ha finiquitado con el Estatuto de Cataluña y tantas otras cosas…

  3. alcotarelo dice:

    Al hilo de la crisis de Libia, la política exterior y la estructura diplomática de la UE bien merecerían más de un comentario.

    El cuerpo diplomático y las embajadas y consulados de los países europeos constituyen indudablemente otro fiasco más de la UE como institución política y administrativa.

    En la actualidad cada país miembro mantiene sus representaciones y legaciones diplómaticas en el exterior, que atienden únicamente a los nacionales de cada país y representan únicamente al gobierno de dicho estado. Esto supone que en cada país o zona del mundo existe una red solapada de consulados y embajadas europeas.

    Evidentemente, estas redes diplomáticas no son iguales entre sí. Sino que dependen de factores como la riqueza o poderío económico de cada país europeo, su interés en las relaciones internacionales, y su grado de determinación en defender los intereses de sus nacionales fuera de sus fronteras. Así como del interés concreto de cada país europeo en cada país o región del mundo. A modo de ejemplo, la red de embajadas y consulados franceses en África es mucho mayor y mejor que la de España.

    Existen además otros factores que podríamos denominar culturales. Independientemente de los recursos económicos, humanos y materiales de que dispongan los diplomáticos de cada país, estos se caracterizan por un interés y una diligencia muy desigual en la defensa de los derechos e intereses de sus nacionales.

    Esta diferencia sustancial en la competencia de cada uno de los diferentes cuerpos diplomáticos europeos en la asistencia consular ha quedado muy en evidencia tras episodios recientes. Este hecho queda de manifiesto con acontecimientos como la detención de varios ciudadanos españoles y franceses en Chad y su liberación por parte de Francia frente a la pasividad española, o la reciente evacuación de los ciudadanos españoles de Liba por parte de Repsol ante la pasividad de la embajada . En el caso de Libia parece ser que además varios diplomáticos españoles que negaron atención consular a sus conciudadanos bajo el pretexto de negar el peligro de la situación se subieron a dicho avión para ser evacuados del país.

    Por otra parte, esta pasividad en la atención a los nacionales, contrasta con la diligencia, premura y celo del embajador español en Irán (y del ministerio de Asuntos Exteriores) para defender a su cónsul cuando fue detenido por la policía.

    Este trato desigual en la defensa de nuestros derechos, que recibimos los ciudadanos europeos según de qué país seamos, no se ha corregido ni con los los tratados de la unión (por ejemplo con mal llamada Constitución Europea), ni tampoco con la creación de sus estructuras administrativas.

    La creación de una estructura diplomática en la UE (dirigida por la señora Alshtom) se ha limitado a la creación un nuevo puesto de representante de la UE en cada país, mantiendo las redes diplomáticas y consulares existentes de cada país. Esto supone un incremento del gasto público, que no proporciona mejora ni disminución de gastos en la atención consular, ya que dicha representación europea carece de atribuciones consulares, y se limita a la representación política.

    En este sentido, parece obvio que la estructura solapada de consulados de la UE en el mundo es ineficaz e ineficiente respecto a las ventajas que supondría contar con una red única que atendiera a los nacionales de todos los países europeos. El primer paso necesario para la creación de esta red única de atención consular debería comenzar por la creación de un único pasaporte europeo.

    Sin embargo, la creación de este nuevo puesto de representante de la UE supone, además de un incremento del gasto público de más que dudosa utilidad, una excelente oportunidad profesional para los diplomáticos de carrera para rematar su currículum profesional con un puesto de renombre y sueldo a la altura por mucho de que su utilidad sea nula para el ciudadano.

    Prescindiendo de la atención consular, y centrando el análisis únicamente en la represetación diplomática, es igualmente clamoroso que la existencia de 28 embajadores en cada país (27 embajadores nacionales más uno europeo) no supone ninguna ventaja a la UE. Las ventajas que pudiera suponer contar con un mayor número de embajadores acreditados, son manifiestamente inferiores a la disfuncionalidad y la falta de unidad y coordinación que provoca la falta de una representación y una política exterior únicas. Esto es clamoroso si lo comparamos el papel internacional de la UE con EE.UU.

    Se trata de un caso más de utilización de las instituciones y dinero público para favorecer a un colectivo privilegiado en detrimento de los ciudadanos.

  4. alcotarelo dice:

    De igual manera que exigimos que las competencias de educación y sanidad sean del estado (y también política económica y fiscal), creo que por los mismos motivos es necesario que la diplomacia y el ejército sean europeos (y nuevamente también la política económica y la fiscal).

    Por otra parte, es un fiasco que la Constitución Europea no reconozca ni un solo derecho fundamental a los ciudadanos. El motivo es que está hecha respetando todas las líneas rojas de la legislación de cada estado. Es el conjunto intersección de 27 legislaciones preexistentes, y como resultado es casi el conjunto vacío.

    Una auténtica constitución debe emanar de una asamblea constituyente. Y debe partir de cero, sin líneas rojas ni límites preexistentes. Al ser una norma de rango superior, todo lo demás debe adaptarse a ella, y no ella a todo lo demás. Debe someterse a referendum en todo su ámbito de aplicación y vigor a la vez. Y el resultado total debe ser vinculante para todos. En todo caso, si es necesario en los países que planteen problemas o reticencias, podría y debería hacerse previamente otro referendum de aceptación o no del resultado que salga. Los países que no lo acepten quedan fuera desde el principio (sean grandes o pequeños). Esto es más justo que someterlo a referendum en cada país con distintas consecuencias para cada país en caso de gaanr el no (si Francia vota que no todo se paraliza; pero si España hubiera votado que no, no se habría paralizado nada, sino que nos hubeiramos quedado fuera).

  5. rubenOv dice:

    Es muy interesante lo que comenta alcotarelo. Pero a mi juicio el problema de Europa no es accidental sino sustancial. Si hacemos caso al anfitrión y no despreciamos la experiencia veremos que no podemos partir de cero. La transformación de los estados del antiguo régimen en naciones políticas modernas partían de estados preexistentes. El problema de Europa es que la unidad política deseada hay que invertarla, crearla de la nada, de ahí todos los problemas.

    Respecto a la difícil secularización del islam hay algo que tener en cuenta, sobre todo cuando se quiere hacer un análisis comparativo respecto a las sociedades cristianas, que en éstas, y desde muy antiguo, había una relativa separación de «reinos»: a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. No puede ser circunstancial que una revolución como la francesa tuviera lugar en Francia. Aunque fuese una revolución contra el Trono y el Altar, es dificil explicar el fenómeno borrando de las ideas revolucionas la referencias cristianas. La idea de ciudadano, por ejemplo, está en la línea de la idea de persona del Concilio de Nicea.

    No hay impedimento genético para que los árabes adopten una democracia homologable a la nuestra, pero desde la epigenética sí sabemos de la imposibilidad aprender a correr antes de aprender a andar, y las transformaciones necesarias para que tales democracias sean posibles necesitan de algo más que de un tumulto de gente gritanto «¡libertad!»

  6. alc dice:

    Además de internet, y mucho antes que este, uno de los agentes que más ha influido en la globalización -el término inglés the globe es la tierra o el mundo en español, así que lo correcto sería hablar de mundialización– es la televisión. Desde hace muchos años los habitantes de cualquier país del mundo tienen acceso a una ventana mágica que les muestra cómo es el resto del mundo y particularmente los países occidentales. La televisión ha contribuido desde hace décadas a una uniformidad cultural, en cierto modo una occidentalización, del mundo.

    En el caso del Magreb, otro factor de occidentalización son los emigrantes asentados en Europa que mantienen el contacto con sus familias y amigos y cada verano vuelven a sus países de origen. Y otro aspecto de contacto cultural es el turismo (particularmente importante en Egipto, Túnez y Marruecos, y casi inexistente en Argelia y Libia), como en su día lo fue en España desde los años 60 para cambiar la forma de pensar de la población.

    Las sociedades musulmanas norteafricanas no son sociedades aisladas. Sus ciudadanos saben cómo son los países y la cultura occidental (no sólo la democracia), y luchan para conseguir eso. La gran proporción de jóvenes en estos países es un factor para la revolución y el cambio. Luchan por una vida mejor en un mundo mejor.

    En contra de lo que muchos sostienen, creo que las mayoría de las sociedades del Magreb (y particularmente su juventud) están preparadas y luchan para conseguir vivir en democracia, desarrollo y libertad. Porque saben lo qué es.

    No podemos meter en el mismo saco al Magreb y lo que pueden ser otras sociedades musulmanas realmente aisladas culturalmente, donde el integrismo religioso es mayor (como Afganistán o algunas zonas interiores de Paquistán).

    Otro tanto sucede con el África subsahariana. El mal llamado efecto llamada no es la laxitud de las leyes de extranjería (como adujo en su día el PP para endurecerla). Lo que mueve la emigración es la comparación entre su mundo y su vida de miseria, corrupción y sin posibilidades… y el mundo europeo desarrollado que ven por la tele (y que no coincide con las malas posibilidades que van a encontrar aquí en la mayoría de los casos).

    En la mayoría de los casos, las sociedades africanas y asiáticas ya no son unas tribus aisladas que viven como la edad media o el paleolítico. Y en el caso del norte de África esta forma de pensar es particularmente ridícula.

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