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Una Conferencia de Paz contra la Democracia

La teoría de la democracia no es tan complicada: la complejidad queda para el día a día de su práctica. Uno de los principios básicos de la democracia es que las leyes son iguales para todos y de obligado cumplimiento. Y uno de sus problemas es que la democracia debe funcionar incluyendo en sus instituciones a organizaciones que desprecian olímpicamente ese principio y hacen como si las leyes fueran relativas y la igualdad un sueño. Esto convierte en una lucha interminable el imperio igualitario de la ley, desafiado –muchas veces con éxito- por delincuentes, políticos y jueces corruptos e instituciones ineficaces. Dicho de otra manera: no basta con proclamar un régimen democrático ni con aprobar leyes constitucionales decentes, porque serán desafiadas cada día no sólo por transgresores particulares, sino –lo que es peor- por quienes están encargados de velar porque se cumplan: cargos públicos, magistrados y policías. O, en el nivel ético y formativo, por periodistas, profesores y similares. Luchar contra esa corrupción torticera de las leyes convierte a la democracia en una lucha incesante por la igualdad y la libertad, basadas en las leyes y su riguroso cumplimiento.

Acabamos de ver otro ejemplo –el enésimo- de la delicuescencia de la igualdad jurídica cuando los encargados de garantizarla son, precisamente, los primeros que la traicionan: la Conferencia por la Paz del 17 de octubre en San Sebastián. Un paripé cuyo objetivo no era otro que lograr el enésimo trazado de una “pista de aterrizaje” para ETA, o lo que es lo mismo, dar a la banda terrorista la posibilidad de hacerse honorable sin disolverse, renunciar a sus fines ni arrepentirse de su historia criminal. Propósito con un precio evidente: un grave destrozo de principios como la igualdad jurídica. Porque si a los terroristas no se les exige renunciar a serlo de facto y de intención para volver a la comunidad politica, salta por los aires la legalidad que prohíbe el terrorismo y protege a sus víctimas potenciales y reales. La violencia privada se impone al derecho y al monopolio estatal de la violencia legítima. O sea, ETA gana y la democracia pierde. Eso es lo que ha ocurrido en la sedicente “Conferencia de Paz”, firma de una paz que sigue a una guerra que nunca existió (salvo, quizás, el episodio terrorista del GAL organizado por un Gobierno de uno de los partidos anfitriones del escarnio, el PSOE).

La Conferencia de Paz ni siquiera tiene el beneficio de la novedad. Siempre ha estado en el imaginario y el proyecto político de ETA, porque materializaba su delirante imagen de una guerra de ETA-Euskalherria con España-Francia. La novedad ha sido otra: que ETA sí estaba policial y judicialmente derrotada. Desde hace unos años sus comandos no podían moverse –ni por tanto atentar- sin ser detenidos más pronto que tarde. Sus almacenes, pisos francos y aparato logísticos eran desmantelados con una periodicidad casi aburrida. Su desprestigio social subía como la espuma. Sus partidos políticos, ilegalizados uno tras otro con el beneplácito de la Justicia Europea. Y la responsabilidad de estos éxitos correspondía a las Fuerzas de Seguridad del Estado (con la colaboración francesa), a las movilizaciones sociales masivas contra ETA organizadas por colectivos como Basta Ya (ahora denostados u olvidados), y al trabajo jurídico del Parlamento que dio como resultado el efímero Pacto por las Libertades y Contra el Terrorismo, y la ahora congelada (por el politizado Tribunal Constitucional) Ley de Partidos.

Hace pocos años todo permitía prever que el fin de ETA se conseguiría no por alambicadas o brutales concesiones imposibles, sino por esa derrota policial y política que los partidarios irredentos del “diálogo” y la “negociación” llevaban lustros profetizando imposible. Los propios etarras habían interiorizado el desastre: veteranos dirigentes encarcelados llamaban a dejar las armas e intentar negociar la reinserción a cambio de una declaración de abandono, incluso pidiendo perdón a las víctimas. ¿Qué ha sucedido para que esa derrota policial y política se haya transformado en victoria política de los derrotados y en escarnio, como “enemigos de la paz”, de los que rechazamos el disparate?

Podríamos adentrarnos en un largo análisis del favorable cambio de expectativas, en lo referido a ETA y el nacionalismo, que supuso la irrupción en el Gobierno del inaudito Rodríguez Zapatero y su corte de los milagros políticos (PSOE, IU y nacionalistas, y el nutrido séquito de socios empresariales y palmeros mediáticos). Pero no es el momento: yendo un poco más al fondo de la cuestión, el problema era y es la pobre calidad de la democracia española.

Tenemos una democracia que se ha demostrado incapaz de resolver los retos más acuciantes y, a la vez, simples de afrontar en su momento de tener las convicciones e ideas necesarias. Entre estos se pueden enumerar la consecución de una justicia independiente, de una estructura estable y sostenible del Estado, de un tejido administrativo racional y eficiente, de un sistema financiero sano, de unas instituciones solventes. Hace dos o tres años también aparecía, casi residual y casi al final de la lista, el reto de acabar democráticamente con una ETA en sus peores horas. Parecía tan sencillo e inminente que la gente normal dejó de preocuparse.

Repasemos ahora la situación y el encaje del salto mortal perpetrado con ETA en este proceso degenerativo: en vez de justicia independiente, tenemos una administración ineficaz e intervenida por los partidos políticos, hasta el grado máximo en el Tribunal Constitucional (pieza maestra del proceso tras legalizar a Bildu invadiendo competencias del Supremo); en lugar de un Estado sostenible, el de las Autonomías es un frankenstein aturdido que ha dado bandazos y palos de ciego en la peor crisis político-financiera de la época, en buena parte consecuencia de su ineficacia; no hay un sector financiero saneado, sino un conjunto de Cajas de Ahorros al borde de la quiebra, saqueadas por la mala gestión y apresuradamente privatizadas sin control ni explicaciones aceptables. Y así todo lo demás. Y bien, al final de esta cadena de irresponsabilidad y mal gobierno aparece, como no podía ser de otra manera, esta guinda: la conversión de la derrota policial de ETA en una victoria política. Sólo obedece a los intereses partidistas de un PSOE en caída libre que trata de seducir esgrimiendo el conejo de la Paz, y a la de un nacionalismo alarmado, que se sabía arrastrado a la deslegitimación general si ETA caía por la acción del Estado del derecho: es decir, de la democracia.

Que una serie de figurones internacionales, mediadores profesionales y fundaciones pacifistas extraviadas se presten a representar el papel de mamporreros de un trato con una ETA en tiempo de descuento, y que tal aberración se produzca entre un coro mediático y social de cánticos a la paz y siembra de pétalos amnésicos de adormidera, sólo puede comprenderse en una democracia perdida e impotente, que lo mismo es incapaz de impedir que unos cajistas sin escrúpulos arramplen con millones de euros de Cajas que han hundido, que de impedir en cambio que el proceso de fin del terrorismo nacionalista sin concesiones acabara su recorrido. No, ni una cosa ni otra. Tanto la ruina económica como la ético-política representada en la Conferencia de Capitulación con ETA tienen el mismo origen: una democracia que ha renunciado a resolver por sí misma sus problemas con sus instrumentos e instituciones.

Es la consecuencia del bipartidismo que reserva todo su ingenio para recortar el pluralismo político, ocultar sus maquinaciones en las instituciones y maquillas su pésima política con las más elevadas etiquetas. Como esa de traernos la Paz a nuestro pesar y con el agradecimiento (temporal y reversible) de nuestros verdugos. Pero que no se confíen: ha sido un episodio más de una historia que está lejos de terminar. Y seguramente de un modo peor que si se hubiera permitido al Estado de derecho actuar como estaba actuando. Es decir, dejando a la democracia que actúe de acuerdo con su naturaleza y finalidad: la igualdad jurídica y la libertad personal.

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5 comentarios a “Una Conferencia de Paz contra la Democracia”

  1. juancasy dice:

    Magnífico artículo Sr. Gorriarán. Dentro de análisis que hace sobre la pobre Democracia española, yo incluiría la incapacidad también de encontrar el antídoto a esa enfermedad (que ni es española, ni es rara, pero que lleva muchos años propagándose en la sociedad española), cuyos síntomas son permanentes, digamos latentes, pero se manifiestan con virulencia en cada comicio electoral. El nombre de la enfermedad lo desconozco, pero los síntomas son: la amnesia (individual y colectiva), la sordera y la ceguera.
    Esperemos que UPyD, partido al que estoy afiliado también, prepare bien la muestra (i.e. la sociedad española) para el antídoto, que sólo ésta puede generar sola.
    Un saludo y encantado de leerle.

  2. joseluisdeandres dice:

    Carlos, me permito repetir por su carácter esclarecedor las características que aplicas a la democracia española, de “pobre calidad”, que es “incapaz de resolver los retos más acuciantes” (justicia independiente, Estado estable y sostenible, Administración racional y eficiente, Sistema financiero sano, Instituciones solventes), que se encuentra
    “perdida e impotente”, incapaz de evitar la ruina económica y la ético –política, y que
    “renuncia a resolver por sí misma los problemas”, y que ello “es la consecuencia del bipartidismo”.
    Sin duda que el bipartidismo forma parte del problema, pero pienso que no es el origen del problema, que se encuentra en la falta de formación, de valores y de registros democráticos en la ciudadanía. La manipulación bipartidista necesita de unos ciudadanos sin referentes y adocenados para poder adoctrinarlos con mucha rentabilidad para sus intereses. Desde luego la independencia de los poderes legislativo-ejecutivo -judicial, que hoy día se comportan como un trust, es el primer requisito para que la maquinaria democrática pueda recibir este nombre. Tradicionalmente la prensa, el cuarto poder, ha realizado las funciones de vigilancia y control de la mecánica democrática, pero este cuarto poder hoy día ha sido fagocitado por el trust Legislativo-Ejecutivo-Judicativo-Informativo y ha dejado de ejercer su función. Es pues el momento de crear un quinto poder que ejerza labores de vigilancia, control y pueda exigir el estricto comportamiento del resto de poderes. En resumen más educación y formación democrática de la ciudadanía y más democracia.

  3. horac dice:

    Bien, muy bien: LIBERTAD, IGUALDAD… ¡pero falta la FRATERNIDAD!, la cual incluye proteger a las víctimas contra los victimarios y dar a los agentes del crimen y sus cómplices un justo castigo; pues no hay posible fraternidad sin cierta justicia… Unión, Progreso y Democracia, tres conceptos unidos que apuntan a nuestro mejor futuro. Muchas gracias.

  4. alc dice:

    Asistimos a una gran obra de teatro. La representación o escenificación de cara a la sociedad de una serie de decisiones que ya han sido previamente acordadas entre el PSOE y ETA, con la connivencia del PNV. Y después de escuchar a Rajoy, parece que también con el conocimiento y aprobación del PP.

    La pantomima de la conferencia de paz estaba ya escrita previamente. El gobierno no fue. Pero ninguno de los mamporreros internacionales habría ido a San Sebastián sin conocimiento y aprobación del gobierno español. La susencia del PP y el PSOE de esa conferencia formaba también parte del guión.

    Ahora, tras el comunicado de ETA el gobierno ya tiene vía libre para escenificar una negociación. Si esa negociación no estuviera totalmente cerrada, ETA nunca habría decretado el final de su actividad terrorista (si es que eso quiere decir lo de cese de la actividad armada).

    El momento elegido para orquestar todo esto también está obviamente pactado entre ETA y el PSOE. ETA le hace el favor al PSOE (¿a cambio de qué?) de reventar la campaña electoral, que el PSOE tenía totalmente perdida.

    Es insultante que PSOE y PP nos nieguen que existe un precio político por el fin voluntario y pactado del terrorismo. Tengo la convicción de que la negociación está ya cerrada.

    Sólo nos queda asistir como expectadores a una obra de teatro en la que nos irán desvelando (cuando y como los actores y/o directores quieran) el precio que pagaremos por la paz. Es decir, fundamentalmente si habrá una amnistía (explícita o efectiva) para excarcer a los asesinos, criminales y delincuentes de ETA y si habrá un referéndum de autodeterminación para Euskadi.

    No estamos asistiendo a la derrota de ETA. Sino a la derrota de la democracia. Al aceptar contrapartidas, beneficios y privilegios políticos, antidemocráticos y contrarios al estado de derecho a cambio del cese de una actividad criminal.

    Y ya puestos a asumir y aceptar que hay un precio político por el final del terrorismo, debemos concluir que la autonomía del País Vasco otorgada desde y como consecuencia de la transición no ha servido para nada. Ahora no podremos utilizar en la negociación política lo que ya les hemos dado a cambio de nada.

  5. alc dice:

    El PSOE legalizó escandalosamente a Sortu en en el Tribunal Constitucional. Utilizando escandalosamente su descarada e ilegítima influencia en el tribunal, en contra de todo argumetno jurídico, e invadiendo competencias del Supremo. Como resultado ETA volvió a las institciones y tuvo acceso de la gestión de millones de euros de fondos públicos.

    Y ahora ETA declara el fin del terrorismo a un mes de las elecciones generales que el PSOE tenía perdidas, machacando la campaña electoral a la que tenemos derecho democrático. Ya no se va a hablar de nada más antes de las elecciones. El PSOE utiliza de forma electoralista, antidemocrática y manipuladora el final del terrorismo.

    ¿Existe una relación entre ambos sucesos?. No existen pruebas objetivas ni concluyentes. Pero desde luego, que todo huele muy muy mal.

    Hasta ahora lo que parece que ha ocurrido es un intercambio de favores espurios e ilegítimos del gobierno del PSOE con los criminales de ETA. Una auténtica traición del gobierno del PSOE.

    Nos dicen que no hay un precio político por la paz y que ETA ha perdido. Sin embargo, ETA en su comunicado (que es lo único que existe hasta ahora) sigue hablando y condicionado todo a una amnistía o liberación para sus asesinos presos (a los que denomina cínicamente las consecuencias del conflicto, como si los 900 asesinatos, los secuestros, las extorsiones y los exiliados no fueran las auténticas consecuencias del terrorismo) y la realización de un referéndum de independencia para el País Vasco.

    Este final del terrorismo sí supone una cesión política ante ETA. Es más, como uy bien señala Carlos esto supone una derrota de la democracia y del estado de derecho. Y no la derrota de ETA, que sigue exigiendo lo mismo y parece que lo va a conseguir.

    Nos quieren vender que el final del terrorismo es ya algo irreversible. Cuando lo único objetivo que existe es una simple declaración de intenciones de ETA. No hay avances objetivos como la entrega y destrucción del arsenal, la colabaración con la justicia para esclarecer los asesinatos y crímenes, ni tampoco la disolución de la banda. Tampoco piden perdón.

    Por otra parte, el hecho de que la anterior declaración de intenciones la rompieron sin previo aviso volando la T4 con varias personas dentro no da mucha credibilidad ni fiabilidad al comunicado. Aunque el gobierno y sus medios afines se empeñan en convencernos de lo contrario.

    Pongamos las cosas en su sitío. Esto no es un proceso de paz entre dos bandos enfrentados con igual legitimidad. Sino de una organización criminal y un estado democrático y de derecho. Los mediadores y los personajes internacionales (Koffi Annan, Gerry Adams y compañía) que han acudido a la pantomima de conferencia de paz de San sebastián sólo sirven para internacionalizar el conflicto, una de las aspiraciones hitóricas de ETA. El gobierno no ha participado en esa conferencia de paz. Pero la ha tolerado y permitido. Otro triunfo importante de ETA.

    ¿Por qué no van Koffi Annan, Gerry Adams y compañía a Sicilia para montar un proceso de paz entre la mafia y el estado italiano?.

    Ante la gravedad de la situación os animo a ir a las manifestaciones del sábado. Independientemente de la opinión que tenga cada uno sobre quién va a ir y quién la ha convocado. Creo que la cuestión es suficientemente grave y transcedente.

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