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Por qué soy candidato de UPyD el 20N

Naturalmente, hay quien cree que si alguien funda un partido político o se afilia a uno, es para obtener un cargo antes o después y darse la vida padre. Quien piense de este modo está dispensado de seguir leyendo (este post va a ser un poco más largo de lo normal, así que tampoco empiece si tiene prisa). Se me ocurren bastantes planes personales mejores que el de ser diputado en la próxima legislatura, tampoco tengo ninguna necesidad del escaño para ganarme la vida (la Universidad paga poco pero te paga por hacer exactamente lo que te gusta, un privilegio), ni me atrae demasiado frecuentar a diario ese extraño club que suelen llamar “la clase política” (y sus satélites). Lo que precisamente quiero explicar es por qué, pese a tales prevenciones, soy candidato y muy probablemente seré diputado la noche del 20 de noviembre (con el resto del Grupo Parlamentario de UPyD, pueden apostarlo). Por descontado, espero que esa explicación sirva para recibir algún voto adicional, aunque nunca quede descartado que también pueda perder alguno, pues así son de extraños los caminos de la razón (o del Señor, para los creyentes).

Los que se han molestado en informarse ya saben que unos pocos audaces fundamos Unión Progreso y Democracia en el verano de 2007. Surgió de una plataforma digital llamada Plataforma Pro nacida, a su vez, de un grupo de activista de Iniciativa Ciudadana Basta Ya, un potente y reconocido movimiento social vasco contra ETA (recibimos el 2001 el Premio Shajarov a la Libertad de Conciencia del Parlamento Europeo). Los aproximadamente 50 que decidimos probar si se daban las condiciones para fundar un partido alternativo a los envejecidos y decepcionantes PSOE y PP teníamos en común la convicción de que poco podía esperarse de esos partidos viejos en materia de lo que considerábamos más urgente: una democracia de calidad que funcionara, se tratara de acabar con ETA o de acrecentar la libertad personal y la igualdad ante la ley  (lo expliqué en este libro: Movimientos Cívicos, de la calle al parlamento).

Tras una gira con Juan Luis Fabo por lo ancho y largo de España, celebrando numerosas reuniones en hoteles de todo el país con centenares de miembros y simpatizantes de Plataforma Pro (que llegó a tener unos 3000 asociados, cuyas cuotas pagaron en parte la expedición), llegamos a la conclusión de que había agua en la piscina para fundar un partido enteramente nuevo de carácter inequívocamente nacional y no sólo vasco, madrileño, catalán o andaluz, como otros experimentos parecidos. Decidimos registrar el partido bautizado con el nombre de Unión Progreso y Democracia (no había muchas combinaciones disponibles, debido a una absurda disposición de la Ley de Partidos que permite registrar partidos sin actividad para impedir que otros nuevos empleen sus siglas). El partido se definió como transversal –es decir, con gente de diferentes ideas en cosas importantes (como monárquicos y republicanos, católicos y laicistas, liberales y socialdemócratas) pero con un proyecto político compartido-, laico y progresista. Algo que a día de hoy sigue desconcertando a las mentes ancladas en el concepto de ideología instrumenta de Gramsci, y en el rancio modelo bipartidista que se remonta a la alternancia Cánovas-Sagasta. Pero no podíamos hacer un partido simplón sólo para satisfacer a los partidarios de las simplezas, así que preferimos desafiar la previsible –y de inmediato comprobada- pereza intelectual de tantos “expertos” en política que profetizaron nuestro ineludible fracaso.

Una gran proporción de los promotores de UPyD no tenían ninguna experiencia política en partidos, y muchos sólo alguna de tipo asociativo o sindical. Probablemente esta bisoñez ayudó mucho a embarcarnos en semejante empresa. El viejo dicho de Chesterton, “la aventura puede ser loca pero el aventurero debe ser cuerdo”, se iba a poner a prueba de manera inmediata. Y sin duda UPyD superó la prueba de la cordura en las elecciones de 2008, a pesar de los esfuerzos de bastantes en sentido contrario. No conseguimos ni un euro de crédito  bancario, pero reunimos más de 300.000 de préstamos y donativos personales. Tampoco nos dio cobertura digna de mención ningún periódico, radio o tele importante, pero la popularidad previa de Rosa Díez –nuestro principal e impagable activo político y popular-, más el esfuerzo titánico de los aproximadamente 4000 afiliados que había entonces, consiguió salvar barreras que parecían insalvables y que Rosa entrara en el Congreso de los Diputados en marzo de 2008. Muchos expertos volvieron a considerarlo un hecho fortuito sin continuidad, pero volvieron a equivocarse en las elecciones europeas y vascas de 2009, y en las recientes autonómicas y municipales. Ahora pronostican que no obtendremos Grupo Parlamentario, y anuncio que volverán a equivocarse. El esfuerzo de miles de afiliados y simpatizantes volverá a superar las barreras de la Ley Electoral, como el perverso 5% (declarado ilegal en Alemania por su Tribunal Constitucional porque priva de representación parlamentaria europea a ese 5%). Por si fuera poco, esta vez tenemos 1.535.000 euros de préstamos bancarios a pesar de la crisis, un buen barómetro del cambio de perspectivas para nuestro pequeño gran partido, lo que nos permite hacer una campaña mucho más ambiciosa que la de 2008 en un país mucho más harto del bipartidismo asfixiante.

Por mi parte, mi experiencia política procedía de unas cuentas fuentes disímiles: en primer lugar de Basta Ya, de la que fui uno de sus portavoces habituales desde 1999, lo que me obligó a llevar escolta policial diaria entre 2001 y 2004 –la dejé voluntariamente ese año-, además de a que la UPV-EHU suspendiera mis clases normales por temor a un atentado en la facultad, aunque seguí de director del departamento. Precisamente esa dirección de mi Departamento universitario (Filosofía de los Valores y Antropología) fue una escuela interesante de micropolítica gris, pero lo más interesante para mí es la veloz y emocionante militancia juvenil (1976-1978) en IT, un grupo de jóvenes vinculado a LCR-ETAVI, uno de los muchos partidos de extrema izquierda –trotskista en este caso- surgido en parte de las sucesivas escisiones de la primera ETA a causa, precisamente, de la posición contraria al terrorismo de algunos militantes. Los de ETA VI, como antes los de ETA IV asamblea (que fueron núcleo del MCE) y ETA Berri (importante para CCOO), dejaron la banda porque rechazaban el terrorismo pese a postular un modelo revolucionario anticapitalista. Cosa que aclaro para ilustración de las almas bellas o cínicas que, al estilo de las lapidadoras de la Vida de Brian, esperan, pedrusco en mano, para lapidarnos por exetarras arrepentidos a quienes formamos parte del abigarrado y en el fondo tan esforzado como ingenuo archipiélago de partidos de la izquierda radical de los setenta, más animados por el antifranquismo exasperado que por otra cosa.

Aparte de pintadas y de organizar algún piquete, me parece que lo más peligroso que hacíamos en IT era apoyar huelgas generales que dejaban algún o varios muertos (como la de Vitoria de 1976), y escapar de las temidas redadas policiales al mejor estilo de la dictadura, con aparatoso registro domiciliario incluido y sin habeas corpus alguno en que refugiarse, seguido de detención arbitraria con malos tratos garantizados. Aquellos partidos ideológicamente alucinados eran, con el PCE, prácticamente el único antifranquismo activo de verdad –pues no incluyo en este grupo a los conspiradores de salón: liberales académicos, monárquicos, democratacristianos y similares- en la fase terminal de aquella horrorosa dictadura. Y puedo decirlo: estoy muy satisfecho de haber participado, por lo menos al final y aún adolescente, en la lucha contra Franco que tanto ignoran quienes ahora quieren explicárnosla e incluso dictar una versión oficial de lo que fue como “memoria histórica”. No me parece casual, sino lógico, que muchos de esos memorialistas de agravios, en muchos casos imaginarios o ajenos, sean también ahora feroces detractores de UPyD y, por supuesto, de mí como uno de sus cofundadores.

Del mismo modo en que en los estertores del franquismo era posible comprometerse en algo más que en conversaciones indignadas de café o escuchas discretas de Radio París o la Pirenaica, y como mucho antes contra la nueva dictadura sangrienta de ETA en el País Vasco, también en 2007 era posible comprometerse en la regeneración democrática de un sistema que daba alarmantes signos de esclerosis, especialmente desde la reacción del último gobierno de Aznar a los atentados del 11M (sin olvidarnos de algunas desafortunadas ínfulas imperiales previas), y sobre todo con el ascenso a la Moncloa de José Luís Rodríguez Zapatero, sin duda el gobernante más inepto desde 1977. Por ejemplo, era posible fundar un partido diferente para probar a hacer algo efectivo en las instituciones, que es donde, en las democracias, se toman las decisiones que importan. Asambleas de las que votan si hay que votar y acaban obteniendo la unanimidad por el método de agotar a los disidentes ya tuvimos suficientes en la universidad de los setenta. No, el terreno elegido por UPyD desde el principio para la acción política fue el de las instituciones democráticas. Como el Congreso de los Diputados.

Participar en la fundación de UPyD y comprometerme en su trabajo diario era una decisión que no podía terminar en el trabajo interno de partido, ni en mi caso ni en el de muchos otros. Poner un partido en marcha y desentenderse de su evolución es para mí absurdo. Como pretender influir en su actividad desde fuera. Una vez embarcados en esta travesía, sólo hay dos cosas que pueden apartarte de un modo éticamente aceptable la decisión de llegar hasta el final, tal como yo entiendo el fundamento ético del compromiso político. Una es el fracaso del proyecto, pero UPyD no ha fracasado, sino todo lo contrario. Otra es algún cambio drástico en la vida personal que en mi caso tampoco se ha dado. Por consiguiente, no queda otra que seguir en el camino emprendido en 2007 aceptando representar a UPyD en la campaña electoral y, si los ciudadanos nos dan su confianza, también en las instituciones.

Hay algo más. Comprometerse en la acción política una parte de tu vida –pues en mi caso estuve bastante apartado de todo esto entre 1980 y 1995; volví por ETA y contra ella- es también algo que debemos a quienes se dejaron la vida para que todos tuviéramos libertad de acción y de conciencia.

Esta mañana, lunes 14 de noviembre, estaré en la Audiencia Nacional asistiendo al juicio contra el presunto asesino de Joseba Pagazaurtundua, asesinado el 8 de febrero de 2003. Estaré apoyando a la familia: a mis amigas su hermana Maite y viuda Estíbaliz, a la madre de Joseba, Pilar Ruiz, a su hermano Iñaki y a sus dos hijos adolescentes. Sobre todo estaré renovando la memoria de Joseba, un amigo y asiduo compañero de Basta Ya que, probablemente, se habría incorporado a UPyD de no haber acabado un asesino con su vida aquel sábado invernal por la mañana. Esa es la opinión de Estíbaliz y de Pilar, ambas afiliadas a UPyD y habituales en nuestras listas electorales en el País Vasco. Muchas veces le han preguntado a Pilar Ruiz por su afiliación a UPyD siendo, como es, de familia socialista y republicana, y siempre responde lo mismo esta mujer admirable: “soy de UPyD por Joseba, sé que el habría querido estar y yo estoy aquí en su lugar porque a él no le dejaron”.

Para mí, como para muchos de los que empezamos en Basta Ya y hemos terminado en una candidatura de UPyD en estas elecciones generales, esto no es literatura necrológica sino parte de nuestras vidas. Quiero estar en el Congreso de los Diputados para poder llevar allí la voz y las ideas de los que, como Joseba, no podrán nunca estar porque han sido asesinados en el camino hasta llegar aquí, y también de los millones que viven con la creciente preocupación de asistir al hundimiento de su país y de un futuro que hace sólo cuatro años se presentaba de engañoso color de rosa. Quizás la marea magenta pueda impulsar un cambio de dirección a una política extraviada en los objetivos y enredada en el mero interés de supervivencia de los partidos viejos que viven a sus expensas. El magenta, guste o no, es uno de los tres colores básicos necesarios para producir y combinar los demás colores de una sociedad polícroma propia del siglo XXI. Eso es lo que me gustaría hacer en el Congreso de los Diputados en la legislatura que elegimos el 20N, creo que debo hacerlo y por eso soy candidato.

Agradecimientos: a Rosa, Juan Luis, Arantza, Fernando S. y Fernando C., con los que me metí en este lío llamado UPyD. A Paco, Elvira, Ramón, Beatriz, Antonio S., Antonio B., Nacho, Gorka, Fran, Alvaro, Sinforoso y muchos más, sin los cuales no habría sido posible seguir con este mismo lío.

 

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12 comentarios a “Por qué soy candidato de UPyD el 20N”

  1. Lupe dice:

    Convicción, motivación, compromiso y mucha ilusión. Sumado a tu experiencia profesional y personal,creo que lo tienes todo.
    Desde la calle, estemos donde estemos los que hemos sido atraídos por la marea magenta, haremos posible que haya grupo parlamentario de UPyD con nuestro voto el 20n.
    Gracias por ser candidato.
    Lupe Julià

  2. Sake dice:

    -Estas elecciones son importantes amigo.
    -Ya lo creo.
    -Son tantos los problemas que uno duda de su solución a corto plazo.
    -Ni a corto plazo ni a largo plazo con el PP y el Psoe no se va a solucionar nigún problema de fondo.
    -Hombre UPyD si obtiene grupo Parlamentario irá apuntando los problemas para que tomen nota.
    -Personas como Carlos y Rosa seria importante que estuvieran en el Parlamento.
    -Yo voy a votar UPyD.
    -Yo también amigo.

  3. alc dice:

    Con permiso. Solo tres reflexiones:

    La primera:

    «Por razones de coherencia con el proyecto original, eficacia política y responsabilidad ética, la política de UPyD debe ser la de separar las responsabilidades públicas de las internas. Sólo en pocos casos deberían coincidir responsabilidades de partido con el desempeño de un cargo público, por ejemplo en las agrupaciones pequeñas donde no hay suficientes personas disponibles para repartir funciones, y en el Consejo de Dirección. […]»

    Carlos Martínez Gorriarán. Publicado en este mismo blog
    http://carlosmartinezgorriaran.es/2011/07/15/upyd-el-modelo-de-partido-y-la-alternativa-politica/

    La segunda idea, es que considero que la elección de un candidato de un partido político corresponde (o debería corresponder) siempre al partido político. Y no al candidato, al que correspondería en todo caso aceptar o no la designación, generalmente o principalmente obedeciendo a razones personales. El problema es qué, quién y cómo se entiende por «el partido» a la hora de tomar las decisiones. No mezclar los cargos o las responsabilidades internos con las públicas, ayuda a evitar conflictos de intereses. Huir de procesos en los cuales el candidato elegido interviene a su favor en el proceso de elección (¿os suena de algo las palabras Rubalcaba o Almunia?).

    Admito que este planteamiento peca de idealista o ingenuo, ya que los partidos están necesariamente formados por personas, que al final resulta que defienden intereses y se organizan en grupos afines. Ya sea por amistad, por ideología o por intereses. Asumir esta idea no me hace renegar de mi planteamiento anterior, sino que me genera cierto recelo o desconfianza respecto a involucrarme o comprometerme con una organización en general, y un partido político en particular. Al final, estas organizaciones degeneran inexorablemente hacia la existencia de aparatos y élites dominantes que contolan todo, en detrimento de la ideal igualdad entre sus miembros o afiliados.

    Y la tercera reflexión, viene a cuento de un párrafo de esta misma entrada del blog:

    «Participar en la fundación de UPyD y comprometerme en su trabajo diario era una decisión que no podía terminar en el trabajo interno de partido, ni en mi caso ni en el de muchos otros. Poner un partido en marcha y desentenderse de su evolución es para mí absurdo. Como pretender influir en su actividad desde fuera. Una vez embarcados en esta travesía, sólo hay dos cosas que pueden apartarte de un modo éticamente aceptable la decisión de llegar hasta el final, tal como yo entiendo el fundamento ético del compromiso político. Una es el fracaso del proyecto, pero UPyD no ha fracasado, sino todo lo contrario. Otra es algún cambio drástico en la vida personal que en mi caso tampoco se ha dado. Por consiguiente, no queda otra que seguir en el camino emprendido en 2007 aceptando representar a UPyD en la campaña electoral y, si los ciudadanos nos dan su confianza, también en las instituciones.«.

    Parece que el artículo considera que la acción que debe de ser analizada, juzgada, valorada y sobre todo justificada es dejar de hacer algo. No seguir haciéndolo. Francamente, no lo comparto.

    Empezaré por reconocer que en nuestro día a día, y en casi todos los aspectos de nuestra vida todos, o casi todos, nos vemos sometidos y arrastrados por la inercia y la rutina. Hacemos muchas cosas por seguir haciendolas, sin plantearnoslas.

    Creo que desde el punto de vista antropológico o evolutivo, esto tiene un sentido claramente adaptativo. El principio de precaución recomienda mantener todo aquello que funciona, y sólo efectuar aquellas modificaciones de las que estamos seguros que no van a ser peores y que tenemos fundadas esperanzas de que sean mejores.

    Siguiendo esta metología, que domina nuestras vidas de forma instintiva o intuitiva, una vez que nos comprometemos o nos instalamos en cualquier posición (y no digamos ya dentro de una institución de cualquier tipo, y más un partido político), necesitamos argumentos o razones para romper con dicha posición. No para mantenerla.

    Sin embargo, creo firmemente en la necesidad y la bondad de ser críticos de manera permanente con nuestras acciones. Revisar y chequear e presente. Tratar de analizarlo todo de forma crítica como si lo vierámos por primera vez. Plantearnos siempre si tiene sentido o no lo que hacemos.

  4. alc dice:

    «[…] lo más interesante para mí es la veloz y emocionante militancia juvenil (1976-1978) en IT, un grupo de jóvenes vinculado a LCR-ETAVI, uno de los muchos partidos de extrema izquierda –trotskista en este caso- surgido en parte de las sucesivas escisiones de la primera ETA a causa, precisamente, de la posición contraria al terrorismo de algunos militantes. Los de ETA VI, como antes los de ETA IV asamblea (que fueron núcleo del MCE) y ETA Berri (importante para CCOO), dejaron la banda porque rechazaban el terrorismo pese a postular un modelo revolucionario anticapitalista. Cosa que aclaro para ilustración de las almas bellas o cínicas que, al estilo de las lapidadoras de la Vida de Brian, esperan, pedrusco en mano, para lapidarnos por exetarras arrepentidos a quienes formamos parte del abigarrado y en el fondo tan esforzado como ingenuo archipiélago de partidos de la izquierda radical de los setenta, más animados por el antifranquismo exasperado que por otra cosa.»

    Parece que subyace la típica idealización, justificación, minimización o exculpación moral de la existencia de ETA y sus crímenes durante el franquismo. Es frecuentemente ver oponer la trayectoria de ETA politíco-militar frente a ETA militar (la actual ETA), en el sentido de que los primeros sólo asesinaron durante la dictadura, mientras que los segundo siguieron haciendolo durante la democracia.

    La idea que subyace en este razonamiento, es la idea simplista de buenos (los antifranquista, solo por el hecho de serlo) y malos (los franquistas). Y el todo vale, dentro de este razonamiento. Como si diera igual asesinar, por el hecho de hacerlo en y contra una dictadura. Como si todas las víctimas de ETA previas a la democracia fueran franquistas que merecían morir sin necesidad de demostrar su culpabilidad. Y como si no ETA no hubiera matado personas, inequívocamente inocentes desde cualquier punto de vista. Niños incluidos.

    Pero pongamonos en los casos aparentemente menos sangrantes. ¿Merecían ser asesinados los guardias civiles, policías y militares en 1975?.

    Creo que aceptar la cercanía, y no digamos ya la militancia, hacia este tipo de organizaciones, debería ir seguido o acompañado, cuanto menos, de una cierta autocrítica.

  5. CM dice:

    Me alegra mucho tu futuro aporte para elevar un poco la mediocridad reinante en el Congreso pero hay algo que no quiero que olvides.

    Tienes que hablar para la gente, no solo para sus señorías, de la misma manera que lo haces en los vídeos de campaña o en las ruedas de prensa. No hay que dejar la pedagogía solo para la calle porque ahora vas a llegar a toda España y ha de quedar claro que nuestro mensaje es el mismo y que hacemos lo que podemos para cumplir con lo que prometemos desde donde la ciudadanía nos quiera poner. Y claro, no solo hablar de lo que hace UPyD, sino denunciar y abochornar todo lo que haya que denunciar y abochornar pues defraudar por omisión es tan malo como hacerlo por acción.

  6. alc dice:

    Durante la transición a la democracia, no se optó por perdonar, sino por olvidar. La diferencia es importante. Perdonar exige previamente haber asumido y censurado unos hechos. Olvidar no exige reconocimiento ni asunción de responsabilidad ni culpa.

    A finales de los años 70, existían muchos intereses y presiones de personas que tenían un historial sucio o manchado de sangre. Y no sólo (ni probablemente principalmente) en el bando franquista (que fue lo que se puso como excusa), sino también en los anti-franquistas.

    Fue el Partico Comunista el que promovió una amnistía, que no sólo permitió liberar y dar impunidad a los criminales franquistas y a los etarras. Sino también a personajes como Pasionaria o Santiago Carrillo que podrían tener responsabilidades directas en crímenes durante la guerra civil, como en Paracuellos del Jarama.

    Se optó por mo mirar hacia atrás, dando a entender que todo el mudno estaba manchado. Y que una revisión imposibilitaría la reconciliación y la convivencia. Lo primero era simplemente mentira. Y lo segundo, una amenaza explicita a la propia convivencia, al condicionarla a renunciar al estadop de derecho. ¿Nos suena de algo todo esto?.

    La transición democrática española ha sido expuesta en numerosas ocasiones como modelica. Sin embargo, es innegable que se basa en la impunidad y en la claudicación ante los criminales. Todo lo contrario, que otros modelos posteriores, en ocasiones menos admirados.

    En Surafrica, Nelson Mandela instituyó una «Comisión de la verdad», ante la cual los autores de crímenes y delitosdebían debían reconocer públicamente su culpabilidad como previo a su rehabilitación y perdón. Hubo perdón e impunidad. Pero no olvido.

    O como las transiciones chilenas y argentinas, que pese a haber sido más criticadas que la española (sobre todo por la muerte impune de Pinochet) han terminado aboliendo sus leyes de impunidad para permitir juzgar a los culpables. El último de los cuales, el mismísimo Alfredo Astiz.

    En España, al contrario, se dió una amnistía que no ha sido revocada. Asumiendo o implantando el error y la falsedad de que los crimenes durante o contra una dictadura no eran tales.

    Probablemente, sin ese precedente previo de impunidad, ETA no aspiraría a lograr nuevamente una nueva impunidad para los asesinos. Ese es uno de los problemas de aquella forma de proceder: que crea precedentes.

    Asumo que comparativamente es muy injusto decir esto de una persona que, como Carlos, en los últimos 20 años de terror ha sido un incansable, ejemplar y valiente luchador por la libertad. Porque otras personas, que han sido mucho más cercanas a ETA, o incluso militantes, han sido públicamente rehabilitadas. Incluso con reconocimiento por su cambio de bando, en lugar de recriminaciones por su pasado. Desde Jose María Bandrés y el resto de Eskadico Ezquerra, hasta la ETA-Berri de CC.OO.

    Pero insisto, en que cuanto menos, al hablar de aquellos hechos, debería de hacerse desde un posicionamiento crítico con todo aquello. Y no desdramatizando con que si eran sólo pintadas o algún piquete. Como si las pintadas y los piquetes de apoyo al terrorismo, no revistieran gravedad e importancia dentro de la estrategia de intimidación terrorista. Y como si no hubieramos visto y sufrido el peligro de desdramatizar las acciones de este tipo.

    • De modo que la «autocritica» ya se dicta para los demas? Vaya impostura! Haztela a ti mismo y respeta la autonomia de los otros, la mia inclusive. Esto esta entre Vichinsky y Mao Zedong, lo que faltaba en este pais de alucinados…

      • alc dice:

        Insisto en que me gustaría escuchar algún tipo de crítica de lo que fue el terrorismo etarra durante la dictadura a los poli-milis y a todos los que en mayor o menor grado estuvieron relacionados con aquello. Y no desdramatizar, minimizar ni legitimar lo que fueron asesinatos y crímenes. Durante una dictadura, pero asesinatos y crímenes al fin y al cabo.

        ¿Vichinsky?, ¿Mao Zedong?, ¿alucinado?. En fin.

      • alc dice:

        Hola Carlos.

        Te comento mi opinión sobre UPyD, y concretamente sobre tu inclusión como número 2 en la candidatura al congreso por Madrid (que es de lo que trata esta entrada de tu blog).

        Me gusta UPyD porque es un partido nuevo, que parece que incorpora algo de aire fresco y nuevas maneras en la política española. UPyD es el único partido que planta cara al nacionalismo. Y lo hace, en la mayoría de lso aspectos, desde una posición intelectal y filosóficamente muy robusta ysumamente enriquecdora. En contra de todas las perversiones aceptadas e incluso bien vistas en la política española.

        Dicho esto, determnados puntos, como el estado federal no los comparto en absoluto. Y me parece un error que un partido transversal que pretende aunar diferentes posturas críticas con el autonomismo

        Considero que eres una persona muy válida para la política, y que en el parlamento podrás hacer un buen papel. Y espero y deseo realmente que lo hagas. Por eso, mañana introduciré una papeleta con tu nombre en una urna.

        Otro de los puntos fuertes de UPyD es sin duda su funcionamiento interno democrático. En contraposición al resto de partidos, que eligen a sus candidatos en el mejor de los casos en congresos restringidos a una serie de delegados previmente cribados por el aparato.

        Cuando no directamente a dedo (Rajoy en el PP). O en comites federales que (pese a estar controlados por el aparato del partido y no representar a los afiliados), son previamente amañados en reuniones oficiosas restringidas a una partida de barones regionales (Rubalcaba en el PSOE).

        Sin embargo, la democracia interna de UPyD se limita a elegir al número 1 de cada lista. El resto de los candidatos de la lista no se votan. No es que no se voten listas abiertas. Es que ni siquiera se someten a votación listas enteras, aunque sea cerradas. una vez elegido el número 1, parece que la confección de la lista ni siquiera depende de este candidato democráticamente elegido. Sino que el aparato del partido, en ciertos casos, y sin causa ni justificación conocida, interviene para colar, meter o quitar gente.

        Todas las asocaciones y organizaciones que he conocido (desde un cub de rol, una delegación de alumnos, y no digamos ya un partido político) terminan derivando hacia una minoría de amiguetes que se reparten los puestos dirigentes. Compadreo, amiguismo y nepotismo. Luego, estos mismos dirigentes, frecuentemente se permiten exigir y recriminar al resto de miembros o afiliados no esforzarse o sacrificarse lo suficiente por la organización. Observo, con cierta preocupación y sobre todo desilusión, la existencia de signos o indicios de que UPyD podría no ser tampoco inmune a estas prácticas indeseables.

        UPyD es un partido fuerte en Madrid, donde cuenta con miles de militantes. Muchos de ellos son personas muy válidas, y sobre todo que llevan mucho tiempo trabajando. Como tú en el País Vasco. Francamente no entiendo tu desembarco en la lista de Madrid. Y menos, el de alguna otra persona más ajena todavía y que hasta ahora no había tenido el menor compromiso con el partido. Me refiero a la periodista Irene Lozano.

        Francamente, considero que lo natural y deseable habría sido que te presentaras a las elecciones primarias del partido para encabezar la candidatura de Guipuzcoa. Por muchos motivos.

        Considero que el País Vasco, y concretamente Guipuzcoa, tienen (o deberían tener) un signicado e incluso un simbolismo especial para un partido como UPyD.

        Supongo que salir elegido como número 1 por Guipuzcoa es más difícil que serlo como número 2 por Madrid. No sé si este hecho habrá influido en la decisión de presentarte por Madrid. No me gustan los atajos. Ni los ventajismos.

        Tampoco sé si tu posición como responsable de Comunicación y Programa de UPyD, y sobre todo como miembro del Consejo de Dirección, han influido o no en tu inclusión en las listas de Madrid. En cualquier caso, ambos hechos (sean cuestiones meramente coincidentes o exista una relación causa-efecto) parecen, como poco, muy poco elegantes.

        Por otra parte, como expuse anteriormente, tu futura compaginación de un cargo público (diputado nacional) y otros del partido pisotea y hace añicos la teoría defendida hasta ahora por tí mismo de separar ambos tipos de responsabilidades. Parece que como miembro del Comité de Dirección, les podrías haber aplicado esta teoría a otros miembros del partido. No sé si te das cuenta de lo ¿irónoco? que resulta que seas tú quien te hayas permitido compararme a mí ni más ni menos que con Vichinsky.

        Te agradezco que por una vez te hayas dignado a contestar o dar tu opinión sobre un comentario. Lo que te ruego, es que en lugar de hacerlo para soltar descalificaciones groseras, insultantes y gratuitas, lo hagas para entrar en el fondo de la cuestión. O al menos para argumentar de una manera intelectualmente más respetable. Tiene guasa decirle esto a un profesor de filosofía.

        • Pues para acabar este intercambio: ¿Te das cuenta de que pones deberes irrefutables a todos? ¿Que deberes te pones para ti, amigo? Y cuando quieras nos vemos. Buenas noches y hasta pronto.

          • alc dice:

            Buenos días:

            Lo primero de todo enhorabuena por los más que excelentes y muy meritorios resultados electorales.

            Aunque no haya sido posible propinar un severo correctivo al bipartidismo de la Transición inacabable debido a la mayoría absoluta del PP, y por culpa de este aberrante sistema electoral. El correctivo se lo ha llevado, muy merecidamente, el PSOE. Incluso, en mi opinión habría merecido muchísimo más aún.

            Lo de la imposibilidad de formar grupo parlamentario pese al gran respaldo de votos obtenido, es otro gran escándalo más. Y evidencia hasta que punto el reglamento del congreso está hecho a la medida, no sólo de PP y PSOE, sino principalmente de su cohorte de partidos nacionalistas.

            PP y PSOE pueden modificar este reglamento cuando quieran. Mucho más fácilemnte que la modificación cutre que hicieron de la Constitución en un par de días. De modo que cada vez está más claro que si los partidos nacionalistas son determinantes es porque PP y PSOE quierean que sigan sobre-reprentados y con toda clase de privilegios y normas arbitrarias a su medida.

            Estaría encantado de conocerte personalmente e intercambiar opiniones sobre el panorama actual dentro y fuera de UPyD. Si quieres puedes contactar conmigo en alc1367@gmail.com.

  7. guticid dice:

    Confiemos en por fin tenerle en breve en el congreso, va a mejorar el nivel soporifero que se respira…, este que esto escribe le sigue desde Nairobi donde su santa empresa le ha destinado por una semana…

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