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Sobre verdad y engaño en la acción política, o los graves daños políticos del hábito de mentir

Hace unos días, el Financial Times reaccionaba a las primeras entregas del drama de la nacionalización de Bankia denunciando y lamentando la dificultad en decir la verdad de los políticos y banqueros españoles. Con toda la razón, el diario económico señalaba la imposibilidad no ya de restaurar la confianza económica en un país –y en unos bancos- gobernado con el engaño permanente, sino también de tomar las medidas de política económica necesarias para resolver los problemas de fondo. En efecto, hemos pasado de escuchar el autocomplaciente discurso de que disfrutábamos del mejor sector bancario del mundo, vigilado por un regulador modélico a nivel mundial, el Banco de España, a asistir al desplome de BFA-Bankia, entidad sistémica en gran parte desplomada por la costumbre de mentir, sea en forma de ingeniería contable o de lisa y llana ocultación de la realidad. Costumbre que llegó al paroxismo cuando Bankia entró en bolsa con las bendiciones del gobierno de Zapatero, de la CNMV y de los expertos y avalistas de un folleto que distorsionaba grotescamente la verdadera situación financiera del banco virtual del PP. Las víctimas: en primer lugar, los 400.000 ahorradores de la entidad convertidos con engaños y presiones en accionistas dueños de papeles sin valor; en segundo lugar, la credibilidad de España como Estado serio y en particular del Banco de España y del sistema financiero; en tercer lugar, todos nosotros porque seremos quienes debamos pagar esta nacionalización –perfectamente evitable si se hubiera actuado a tiempo– a costa de un profundo empobrecimiento personal y colectivo: el dinero enterrado en Bankia y demás entidades nacionalizadas no irá a educación, sanidad o cohesión social, ni siquiera a reducir el déficit público señalado como mal absoluto, sino a reflotar –si se consigue- una entidad financiera hundida por la costumbre de mentir y la tolerancia del engaño masivo.

Hay dos formas exageradas de considerar los vínculos entre ética y política: decir que ambas son la misma cosa y sostener que no tienen nada que ver. Ni tanto ni tan calvo: entre ética y política hay zonas de superposición y continuidad, pero porque son sistemas distintos. Simplificando, la ética trata del gobierno personal de la vida de cada uno (en contra de la extendida opinión de que sobre todo sirve para juzgar la conducta de los demás), y la política del gobierno de las cosas públicas que importan a todos (incluyendo a los que dicen que no les importan nada). Pero hay un tema particular donde ética y política establecen un vínculo de retroalimentación donde cada una de ellas ilumina a la otra: la obligación de decir la verdad o no mentir, que es tanto ética como política. Es cierto que decir la verdad y no mentir no son exactamente lo mismo, pero creo que la equivalencia sirve para el caso que nos ocupa: la acción política.

Una peculiaridad de la acción política es que consiste, en la mayoría de los casos, en una acción indisolublemente ligada al uso de la palabra: hacer política es decir ciertas cosas, adquirir ciertos compromisos, elegir las palabras y expresiones que van en las leyes, normas y decretos de gobierno. Abreviando, diríamos que hacer política es lo mismo que dar la palabra o comprometerse con la palabra dada. O debería serlo. Y cuidado, no sólo por el imperativo ético de que debemos evitar el engaño y rehuir la mentira, sino por pura eficacia: cuando no se mantiene la palabra dada la política deja de ser eficiente porque nadie puede creer en ella. Faltar a la palabra dada, engañar y mentir, es la vía más rápida para que crezca el escepticismo e incluso la hostilidad a la política. Todos sabemos que en los ataques a los “políticos” (y entrecomillo esta palabra porque en democracia todos somos políticos, como tantas veces ha explicado Savater) está siempre presente la acusación de que éstos son mentirosos, hipócritas o inmorales porque engañan a la gente. Aunque se debe añadir que si bien la primera vez que nos engañan la culpa es del mentiroso, la segunda vez ya es nuestra, por dejarle. Cierto es que la tolerancia o intolerancia del engaño no es la misma en todas las democracias: las anglosajonas y nórdicas son esto mucho más estrictas que las latinas o mediterráneas, como bien sabemos. En España no sólo es inimaginable un impeachment como el que sufrió Clinton por el caso Levinsky, sino que ni siquiera existe ese procedimiento para destituir a la máxima magistratura si se le descubre en flagrante engaño. Aquí somos más cínicos, o eso parece.

Todos los seres humanos sabemos lo que es mentir o engañar y lo hacemos a menudo, empezando por engañarnos a nosotros mismos. Esperar otra cosa de los semejantes metidos en la acción política –o en la empresa, que en esto se parecen mucho- sería demasiado ingenuo. Pero si la democracia funciona con instituciones, leyes y valores políticos es precisamente porque es necesario poner cortafuegos y sanciones a nuestras humanas debilidades. De manera que en una democracia es muy probable que los “políticos” mientan o engañen, pero la democracia tiene recursos para hacer pagar caro el abuso de esos vicios (el primero, no volver a votar a mentirosos ni corruptos, pero en eso la ciudadanía también falla a menudo repitiendo el mal conocido).

Así pues, el problema no es si la política es más o menos mentirosa que otras instituciones humanas como el periodismo, la economía o las bellas artes, sino en qué pasa cuando la democracia acaba siendo corroída por la mentira y el engaño, bien por la degeneración de las prácticas políticas, bien por la tolerancia de los ciudadanos o, como es lo habitual, por la confluencia de ambas.

Pues bien, se puede sostener sin género de dudas que cuando un sistema político ha perdido su credibilidad minado por la institucionalización del hábito de mentir, y además eso sucede en una crisis económica sistémica, está al borde del colapso. Es, ni más ni menos, lo que nos está pasando en la democracia española. La regeneración democrática comenzará por desterrar esos hábitos perniciosos, o sencillamente no se producirá. Todos los días tenemos pruebas y demostraciones elocuentes de que el Gobierno de Rajoy no es más sincero ni veraz que los de Zapatero, y que la ocultación de la verdad y el engaño son instrumentos habituales de gestión –desastrosa- de lo público, así se trate del fin de ETA o del saneamiento del sistema financiero. Los prestamistas internacionales, los famosos mercados, hace tiempo que se dieron cuenta de esto gracias a estar libres de la servidumbres consecuencia de la fidelidad partidista. Por eso, contra sus promesas, Rajoy no ha sido capaz de restaurar la invocada confianza en España, que en realidad es confianza en sus instituciones públicas y privadas; al contrario, esa confianza baja de día en día, como mide implacablemente la Prima de Riesgo. Es imposible obtener confianza y tener credibilidad cuando los mismos errores, omisiones, ocultaciones y mentiras se repiten rutinariamente, como ha vuelto a poner de relieve lo sucedido con Bankia. Porque no se trata sólo de cambiar de políticos, sino sobre todo de políticas. Para empezar, necesitamos con urgencia restablecer la veracidad en la acción política: entonces, la confianza y la credibilidad vendrán ellas solas.

 

 

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7 comentarios a “Sobre verdad y engaño en la acción política, o los graves daños políticos del hábito de mentir”

  1. CM dice:

    Ahi reside la fundamental trascendencia de UPyD. Más alla del cuerpo ideologico su forma de hacer politica cumpliendo la palabra dada sera en el futuro el estandar de nuestra politica y los que no sigan este estandar desapareceran.

    La sociedad por su parte esta cambiando vertiginosamente y no se conformara con menos.

    BIBLIOGRAFIA

    Islandia
    Wikileaks
    15M
    Primavera arabe
    .
    .
    .

  2. malogas dice:

    Creo que el problema es más de fondo: ¿Podemos esperar que practiquen una política veraz unas personas que provienen de una sociedad en la que no se practica una ética de veracidad?

    La sociedad española -con todas las excepciones que queramos- no considera la mentira como algo grave. Forma parte de los hábitos generales. Se da por supuesto que todo el mundo miente para proteger sus intereses. Se admira al mentiroso que es capaz de sotear los controles de la ley para prosperar. Es más: se desprecia al «pringao» que se deja atrapar porque no ha sido capaz de engañar con suficiente habilidad.

    Es algo muy dificil de cambiar, pero algo por lo que merece la pena trabajar. Desde la política podría hacerse una pontente labor pedagógica en ese sentido. También desde los medios de comunicación. Pero los primeros están demasiado ocupados intentando conseguir votos, y no dudan en mentir para lograrlo. Y los segundos están inmersos en manener sus tiradas y sus audiencias, apelando a las emociones y no a la razón.

    Quizá esta batalla para recuperar la ética política sea uno de los signos de identidad más notables de UPyD. Probablemente, eso es lo que hace a este partido tan diferente de todos los demás. Pero el empeño es difícil: no bastará con cambiar los hábitos políticos, sino que es imprescindible ir modificando los hábitos sociales.

    Nos quejamos mucho de los frutos políticos que brotan del árbol social. Pero un manzano da manzanas, y un nogal da nueces.

    • alc dice:

      Por supuesto que no es sólo un problema político. Existe una estrecha relación entre lo que pasa y cómo es la política y cómo es la sociedad. Y viceversa.

      Esto es así por un lado porque la política emana de la sociedad, es decir, por muy distanciados que digamos que están los dirigentes o la clase política del ciudadano de a pié, siempre existe una estrecha relación cultural entre estos y la sociedad de su país. Y por otro lado, la política transforma la sociedad, de modo que un régimen corrupto tiende a corromper toda la sociedad, y un régimen mentiroso tiende a normalizar la mentira en la sociedad.

      Algo de cierto hay en aquel tópico de que todos los países tienen el gobierno que se merecen. En las democrácias esto es evidente, ya que existe una responsabilidad colectiva de toda la ciudadanía por haber votado y elegido a los gobernantes que tenemos. Cuanto mayor calidad democrática tiene el sistema político mayor es esta responsabilidad colectiva.

      Pero incluso en los países que tienen dictaduras existe siempre un cierto grado de correlación entre el nivel o el grado de desarrollo cultural y ético de la sociedad con el régimen que padecen.

      Es decir, el tópico de que en inglés no existe ningún término para decir golpe de estado porque en Gran Bretaña y EE.UU. nunca han tenido ninguno, no es sólo una chulería anglosajona. Sino que históricamente han sido sociedades con una cultura democrática mucho más asentada que por ejemplo la española, sobre todo en los s. XIX y XX. Y no es casualidad que en el sistema político y moral anglosajón, no esté tolerada la mentira.

      En estos países además la mentira está también mucho menos permitida y más castigada también en su sistema penal. Por ejemplo, en el sistema penal español se permite en ciertos casos la mentira o el falso tesimonio si es para encubrir a un padre o a un hijo, y en coherencia con ello el testimonio de un familiar de primer grado tiene menor valor probatorio porque se considera de algún modo aceptable o comprensible mentir en tales casos. O la famosa pregunta que hacen al entrar en EE.UU. de si piensa usted asesinar al presidente, en España se considera ridícula, mientras que allí serviría para que el que lo haga sea acusado de dos delitos: uno de asesinato y otro de mentira.

      En el otro exremo de la balanza, los países dictatoriales suelen coincidir con aquellos de menor nivel sociocultural, y frecuentemente en ellos la corrupción no es sólo una práctica de la élite dirigente, sino que afecta generalmente a toda la sociedad.

  3. FJSuso dice:

    “Los políticos siempre engañan” es una expresión que escuché ayer en una charla informal. Una señal inequívoca de emergencia social es la pérdida de confianza en las personas que nos representan. La cruda realidad ha conseguido transformar el respeto reverencial hacia las aseveraciones de los responsables de las Instituciones del Estado en un desprecio absoluto hacia las manifestaciones de la autoridad política. No nos pasa solamente a los ciudadanos, solamente hay que leer la sección de economía de cualquier periódico de gran tirada para contemplar el descrédito en que han conseguido incurrir nuestros políticos.
    A poco que repasemos los hechos veremos con facilidad en qué se basa semejante hipérbole. Los presupuestos públicos no se cumplen. Las previsiones de déficit en las cuentas del Estado inducen a la sospecha. Los programas electorales son papel mojado. La casta política no acepta la interferencia de la Justicia en sus chanchullos. Los políticos sospechosos de corrupción, imputados por asuntos turbios o pillados in fraganti en situación de presunta delincuencia se mantienen en sus cargos.
    Nuestro gobierno saliente no acepta responsabilidad ninguna en la debacle que ha provocado con su gestión y se permite pontificar sobre lo que tienen que hacer los demás. En situación de grave riesgo de quiebra económica deslegitiman a los nuevos responsables del país en todos los foros internacionales a los que tienen acceso.
    Nuestro gobierno entrante desprecia las reglas democráticas e incumple uno tras otro todos los compromisos que le llevaron al poder. A la vez, mantiene intacta la estructura inviable del Estado porque es la fuente de trabajo de sus acólitos. Desmantela la estructura educativa y sanitaria mientras protege bancos y banqueros, amigantes e incompetentes, iglesias y armamentos.
    «Porque no se trata sólo de cambiar de políticos, sino sobre todo de políticas» es la única frase de Martínez Gorriarán que no comparto. La acción política no es un abstracto, es el resultado de una acción personal. Va a ser un poco difícil que los de siempre hagan todo lo contrario de lo que vienen haciendo. Afortunadamente hay mucha gente interesante en el panorama político, pero el lastre de las bodegas va a dificultar la nevagación (sobre todo con viento en contra).

  4. Sake dice:

    Los políticos engañan y los ciudadanos se dejan engañar tan agusto, como ha sucedido en las elecciones Andaluzas en dónde han vuelto a votar más corrupción, más nacionalismo y tan tranquilos.
    Regenerar la Democracia costará mucho, porque está muy arraigada y el sistema financiero está herido por la acción de los políticos en las Cajas de Ahorros, Bankia en especial ha sido llevada al desastre por el PP, IU y CCOO y ahora se llevan las manos a la cabeza escandalizados y sin que se les pase por la mente pedir responsabilidades a los responsables.

  5. CM dice:

    Tenemos estos días un ejemplo muy claro de los embustes de unos y de la preparación de los otros. Os habéis fijado que cuanto mas repiten los políticos (y la otra parte también importante del sistema corrupto y mentiroso, los tertulianos y periodistas amigos) aquello de que «no he sacado ni un duro del banco», «aquí no va a haber corralito», «esto no es Grecia» y demas sandeces, mas espantada esta la gente y mas dinero se llevan al oro y a otras monedas y a acciones de otros países?

    Pero no hace falta ser muy listos ni estar informado al segundo de un montón de cosas, solo tiene uno que darse cuenta la de veces que nos han mentido una y otra vez, los del PP y los del PSOE, los de España y los de Europa…

  6. atlante dice:

    Buenas noches a todos,

    Al hilo del artículo de Santi González en su blog sobre qué les dará Rosa a «tirios y troyanos» (PPSOE) y tras el espectáculo bochornoso de la tertulia de TVE1 y los comentarios de otros contertulios, que abusan de la «teoría del posicionamiento único», o del acero de las anclas de aquellos barcos ultramarinos de antaño, al hilo también del hábito de mentir que va intrínseco con el de «manipular» ahí van mis palabras:

    Es lamentable que nadie hable del acuerdo en sí. Es como si sólo el hecho de la alineación derecha o izquierda BASTARA para hacer la crítica o el comentario. Lo que consigue UPyD con su transversalidad, con su no matrimonio ni con la derecha ni con la izquierda, con el hecho de no pertenecer a ninguna etiqueta lateral, además de poner nerviosa a toda la casta política: nacionalistas, PPSOE, IU…..es darle la vuelta a lo establecido, al establishment, a la manipulación mediática que tenemos que soportar desde distintas tertulias y que sigamos siendo “ese país de becerros” que tanto desean que seamos desde las más altas esferas polítcas, los medios y otros poderes.

    UPyD HA RECHAZADO UN CARGO EN EL GOBIERNO, éso les da rabia a los PPSOE, -«holaaaa!!! hay alguien ahi?? NO TODO SE COMPRA_LECCIÓN 1», además ha impuesto unas condiciones de acuerdo totalmente en beneficio de la democracia y en beneficio de Asturias. Señores “parroquiales”, parte de las protestas del 15 M llevan en el manifiesto fundacional de UPyD desde 2007 año de su creación, cuando se pasó de la Plataforma Pro a un Partido Político, algunos ADEMAS DE ESTAR INDIGNADOS apoyaron/apoyamos la reforma, el cambio, la revolución DESDE DENTRO.

    Condiciones del acuerdo: crear una comisión de investigación desde el parlamento asturiano del caso Marea, abrir el melón de la reforma electoral (el PSOE empieza a apuntarse a la idea para recabar votos de los indignados y otros sectores de IU y UPyD) con una comisión que estudie la vergonzosa ley electoral española aplicada a Asturias, ajustarse a los objetivos de déficit planteados para Asturias y por éso se acuerda de manera pionera en España la fusión de ayuntamientos y recorte de gastos que supongan duplicidades (eliminación de cargos en determinados órganos de poder asturianos y recorte de puestos, además de la supresión de la Procuraduría General), además de la promoción del área metropolitana de Asturias como motor de crecimiento. Anda!!!! Austeridad y Crecimiento nos suena a todos????….

    También se incluye en dicho pacto (que se detarllará en el día de mañana) la reforma de las políticas activas de empleo incluyendo la formación profesional, además de un auténtico plan forestal con rediseño de las explotaciones agrarias. Y por si eso fuera poco, el “diputado” clave también ha conseguido plasmar en el acuerdo de legislatura la redefinción de dos políticas básicas para los ciudadanos: sanidad y educación en aras de evitar desigualdades y también ineficiencias.

    Todo éso con un diputado clave para el gobierno. Donde los demás ven reparto de poder, UPyD ve oportunidad para REGENERAR LA DEMOCRACIA, donde algunos podían haber hecho lo mismo en Andalucía (caso IU), lo utilizan para tener cargos y gobernar conjuntamente.

    Señores, prefiero mil veces esta forma de hacer política que la poltrona a la que nos tienen acostumbrados los incunables PPSOE, la diferencia está en que mas tarde o mas temprano los medios de comunicación empezarán a contar la realidad completa y dejar de censurar a un partido cuyo único acento es el cambio, la reforma, creer en España y NO TENER TABUES NI MOCHILAS PESADAS…. como todos los demas.

    Hay que ponerle un nuevo espíritu a este país, como en su día hicieron Magallanes_Elcano, la primera vuelta al mundo, pues nosotros a darle la primera vuelta de tuerca a esta democracia, democráticamente pero con firmeza, éso no se lo esperan. Por un nuevo vanguardismo!!!

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