Esto se hunde, pero ánimo: no tardará mucho más
El sistema de la Transición se convirtió en régimen cuando se blindó a sí mismo para perpetuarse e impedir reformas políticas en profundidad. Los pactos para salir de la dictadura, que por su misma naturaleza debieron ser de duración limitada, arreglos provisionales, acabaron en decisiones intocables a salvo de cualquier cuestionamiento público de alcance. Lo consiguió el sistema de bipartidismo imperfecto en el que PP y PSOE alternan en el Gobierno, sea con mayoría absoluta o con alianzas con los partidos nacionalistas. Un sistema bipartidista preservado por una Ley Electoral declarada sagrada por sus beneficiarios, pese a la ruptura del principio de igualdad del valor del voto por la prevalencia de una fantasmagórica “representación territorial”.
La defensa de este régimen de tan pobre calidad democrática se refugia en los supuestos beneficios derivados de su sólida estabilidad política. Se lo oímos a Rajoy en su ácida y agresiva réplica a Rosa Díez en el debate de su investidura: no se debe tocar el sistema electoral, ni el modelo de Estado derivado del mismo –decía-, porque produce una valiosísima estabilidad política por muy desigual que sea (sin reparar, faltaba más, en que esa es también una supuesta ventaja de las dictaduras).
Pero el tiempo, que todo lo pone en su sitio, ha acabado por demostrar que esa tan alabada estabilidad del sistema no es sino mero inmovilismo de un régimen cuyas carencias intelectuales, económicas, éticas y políticas ha puesto al desnudo la crisis de un modo dramático. Que Rajoy (con el plácet de los demás partidos del régimen) siguiera confiando en esa estabilidad política artificiosa como la clave para la solución de la crisis incluso en enero, cuando todos los indicadores mostraban luz roja –la denostada “herencia recibida”- y señalaban al sistema político como el mayor responsable de la crisis fue toda una demostración de que el régimen optaba por imitar a los avestruces antes que por afrontar reformas que conllevaran su radical transformación y forzaran la renovación de la casta política-financiera.
El escándalo de Bankia, del que apenas comienza a vislumbrarse profundidad y extensión, representa el fracaso definitivo del régimen de la Transición para solucionar sus problemas de credibilidad y de confianza internacional y nacional, además de los viejos problemas financieros y económicos. Pues el hecho diferencial de la crisis española no radica en la burbuja inmobiliaria, sino en que las instituciones políticas han empeorado la crisis desencadenada por aquella con decisiones orientadas no a solucionarla, sino a proteger sus intereses ilegítimos y los de sus socios económicos. Son decisiones como esa reforma del sistema financiero iniciada por el último Gobierno de Zapatero y que hoy jueves pasará por su quinto Decreto Ley. No cabe definir a esa reforma sino como un fraude político y un fracaso técnico sin paliativos. La sedicente reforma no buscaba reformar casi nada, sino ganar tiempo a costa de ingentes cantidades de dinero público (ronda en torno a los 130.000 m€ en diferentes conceptos, desde avales a inyecciones de capital), de tal modo que el núcleo del negocio siguiera como estaba a la espera del milagro de una salida internacional y europea de la crisis que solucionara la española de carambola. En efecto, a pesar de algunos tímidos gestos como el de limitar por Decreto las retribuciones de directivos de Cajas intervenidas (a unos modestos 600.000 € anuales), el núcleo sigue intocado: una gestión partidista sin profesionalidad que ha convertido a las Cajas en financieros del clientelismo de ayuntamientos y CCAA, y en banca privada de partidos, sindicatos, patronales y poderes locales.
BFA-Bankia es el principal engendro surgido de la seudoreforma del sistema financiero diseñada por Salgado y apoyada por el PP. Sus lacras y tumores han acabado emergiendo tras atravesar el opaco maquillaje contable y la mentira sistemática sobre su verdadero estado y valor. Y no es la primera que pasa por el trance, sino la quinta entidad de su tipo nacionalizada por el Estado (y hay otras dos más, al menos, en la lista de espera, vinculadas a sendos poderes autonómicos: Caixa Galicia y Catalunya Caixa). La peculiaridad de Bankia es su categoría sistémica en tanto que cuarto banco español, su estrecha vinculación al PP y a la Comunidad de Madrid (considerada el modelo de CCAA bien gestionada hasta que su déficit oculto, destapado no por casualidad al mismo tiempo que el gigantesco agujero de BFA-Bankia), y la enredada madeja de responsabilidades políticas del más alto nivel ligadas al encubrimiento de su pésima gestión, en la que participan los gobiernos de Zapatero, Salgado y Rubalcaba, y los de Rajoy y Esperanza Aguirre, además de los poderes autonómicos y locales del grupo de Cajas fusionadas en BFA, particularmente la Comunidad Valenciana –y el PP de aquella comunidad- a través de la CAM. En resumidas cuentas, el hundimiento de Bankia involucra a todo el establishment por acción u omisión.
El hundimiento de Bankia certifica el fracaso de una reforma financiera sometida al objetivo inconfeso de preservar el sistema político que controlaba estas entidades. Y con tan estrechos vínculos de dependencia entre el sector financiero y el poder político, es evidente que el fracaso de la reforma del primero es un rotundo fracaso del segundo. No nos engañemos: digan lo que digan, ninguno de los partidos y sindicatos y otros poderes (como grupos de comunicación y tramas empresariales) que han vivido estos años de este sistema harán nada para depurar responsabilidades y contar la verdad de lo sucedido. Al contrario, intentarán salvar su tinglado hasta el último minuto y para eso, como están demostrando, sacrificarán nuestros recursos y la credibilidad de todo el país.
La última esperanza del régimen radicaba en que sus colegas europeos, y particularmente los alemanes, asumieran como cosa propia la defensa del sistema español en nombre de la estabilidad política y de la salvación del euro. Eso perseguían las omisiones, decisiones y declaraciones de Rajoy y su Gobierno, que en esto ha contado con el apoyo de PSOE y nacionalistas. Se trataba de que al menos Angela Merkel apreciara la sumisión del Gobierno para, de esa manera, ganarse un trato menos severo y una dilación de los plazos del déficit para, otra vez, ganar tiempo para que nada cambiara de verdad. Pero esta representación de la situación europea vuelve a fallar en el mismo punto donde ya falló la doméstica: la salvación del euro no va a someterse a los intereses de la casta política-financiera española, por mucho que se revista de la sublime “estabilidad política”. Los mensajes son meridianamente claros, por mucho que los medios amigos les impriman otro sesgo: Bruselas da otra año de plazo para la reducción del déficit, sí, pero a cambio de un listado de exigencias que tiene un significado muy claro: España es un país más intervenido cada día, donde “soberanía” sólo debería usarse en su acepción irónica. Y no por la maldad europea: a nuestros socios les da igual cómo nos constituyamos, mientras no les hundamos con nosotros víctimas de un sistema desastroso.
Lo más probable es que el informe de los auditores europeos –otro certificado externo del fracaso de los supervisores españoles- sobre la solvencia de la banca española, que se espera para julio o septiembre, esté ya preconcebido y ponga las bases para el rescate del sistema bancario por el FEDER europeo. Y rescatar a la banca española es casi lo mismo, a efectos prácticos, que intervenir el gobierno económico del país y por tanto la administración del gasto y la recaudación pública, aunque no se haga formalmente y eso permita al Gobierno y a los partidos del régimen salvar la cara de cara a la galería. La ventaja de este supuesto, muy probable sino ya seguro, es que puede conducir a un punto de no retorno que obligará a un cambio del modelo de Estado vía redimensionamiento de las administraciones públicas, separación de la banca nacionalizada del poder político, nuevo reparto del gasto público y por consiguiente de competencias, y política fiscal común abandonando los dislates confederales vigentes. El régimen de la Transición tiene los días contados, víctima de sus propios errores. Pero lo que venga a sucederle deberá depender de la voluntad de la ciudadanía española o de lo contrario dejará de ser algo que podamos llamar democracia. Ahora, esto es lo importante.
Me alegro en coincidir con Usted en la valoración que lo sucedido en Bankia. Es el Régimen y no solo una entidad financiera lo que está en entredicho.
http://alfonsodelavega.com/?p=6833
Y también en http://www.periodistadigital.com/opinion/economia/2012/05/09/mafo-entierro-de-max-estrella-bankia-estafa-timo-rodrigo-rato-goirigolzarri.shtml
http://www.abc.es/20120519/comunidad-galicia/abcp-mohatras-banqueros-monipodios-20120519.html
La verdad es que la situación es complicada, porque al estar implicados todos nadie quiere arreglar nada, porque arreglar significa primero aclarar y saber qué ha pasado, y si todo el mundo es responsable todo quedará oculto.
Afortunadamente si Europa quiere que sobreviva la Democracia, obligará a cambiar y a depurar las cosas para hacerlas funcionar.
Esperemos que los ciudadanos sean lo suficientemente pacientes y sabios para saber actuar y elegir.
Estoy totalmente de acuerdo con el artículo. Excepto con sus dos últimos párrafos. No soy tan optimista.
El régimen actual está integrado por los dos grandes partidos nacionales (PP y PSOE), más un conglomerado de partidos nacionalistas (entre los que destacan CiU y PNV).
Tanto el PP como el PSOE toleran y aceptan a los partidos nacionalistas en su juego. Porque la existencia de estos partidos no afecta al mantenimiento de un sistema político que les garantiza su persistencia hegemónica, aunque sea a costa de ir desguazando el país, al centrifugar ilimitadamente competencias y recursos económicos en un juego sin fin —ni límites— hacia las comunidades autónomas. Comunidades Autónomas que están controladas por CiU y el PNV sólo en dos casos, y por PP y PSOE alternativamente en los 15 restantes.
La esencia del sistema, es que el progresivo e ilimitado vaciamiento de competencias y recursos del Estado es tolerado y aceptado de buen grado por PP y PSOE porque no supone una amenaza para la conservación de su posición política dominante, y sobre todo de todo el clientelismo partidista que ello genera.
Es decir, para el PP y el PSOE el tinglado es perfecto mientras garantice sus intereses, aunque sea a costa de los del país.
La parte política de la ecuación se completa con Izquierda Unida. Un partido minoritario de ámbito nacional totalmente tolerado porque no estorba. Este partido asume totalmente el tingldo existente. Incluso su piedra angular: la ley y el sistema electoral, pese a verse seriemente perjudicado por dicho sistema electoral.
A esto hay que sumar el control absoluto de los medios de comunicación. Todos los grandes grupos de comunicación están controlados y/o controlan a y por los partidos políticos. La tremenda lucha interna en el PSOE entre Rubalcaba y Chacón, era realmente una guerra entre dos grandes imperios mediáticos al borde de la quiebra (Prisa, cuyo candidato era Rubalcaba, y MediaPro con Chacón). Y a ellos hay que añadir un conglomerado de televisiones y radios públicas, dependientes de los partidos políticos que controlene n cada momento el gobierno central y los autonómicos.
La política, los medios de comunicación y el poder financiero están atados. Al caer el poder financiero, se rompe uno de los tres pilares del régimen, que queda muy tocado. Probablemente de muerte. Pero probablemente no va a ser una muerte rápida. Sino una agonía lenta y dolorosa. Todos los que forman parte del régimen, o se benefician de él, tratarán de aguantar como sea hasta el final con todos los medios a su alcance, que son todos los del sistema político y de comunicación. En su lenta agonía arrastrarán al país. Es decir nos arrastrarán a todos.
Y a medio-largo plazo ya veremos lo que sale de las ruinas de todo esto. No tiene por qué ser algo necesariamente bueno, y ni siquiera mejor. La crisis económica y política de los años 30 (que también fue una crisis internacional, y también con su replicación peculiar en España, como la actual) derivó en un plazo de entre 10 y 15 años en una guerra civil en España y una guerra mundial en Europa y el resto del mundo desarrollado.
Como le decía a Luis, no quiero veros parar hasta que todos los culpables y responsables, por acción o por omisión, terminen en el banquillo. Si falláis aquí no servirá de nada todo lo que habéis hecho hasta ahora y el “todos son iguales” se instalara de nuevo en la mente del ciudadano corriente que había empezado a mirar con curiosidad y quizás con un poco de esperanza a UPyD.
Y hablando del tema, un libro muy aconsejable: http://info.nodo50.org/CT-o-la-Cultura-de-la-Transicion.html
A todo lo dicho sólo añadir dos o tres apuntes imposibles de olvidar también:
– El pequeño detalle de que si se hubieran aplicado, aún no estando de acuerdo con el fondo de muchas de éllas, algunas de las reformas más importantes desde enero y no desde abril-mayo-junio, entonces no hubiéramos tenido tanto «viernes improvisado» a matacaballo según rezaban los prospectos europeos enviados con toda la intencionalidad, que se ha terminado de fundir cualquier resto de confianza que pudiera quedar en los mercados.
Es decir, por culpa del voto, por culpa del rédito electoral (andaluzas y asturianas) con el que ansiosamente se mueven PPSOE, hemos tenido que retardar la aplicación de lo que hubiera tenido que ser un plan integral objeto de pacto de Estado y no estos Decretazos versión 1.0, 2.0, 3.0….según la actualización diaria de las noticias que nos iban «soltando» como miguitas….
– El epicentro es Europa: aún cuando es necesaria la reforma de la Constitución, el cambio del sistema financiero (al menos de la política mezclada en las cajas), la atención a los precios que sigue escapando del control económico del Gobierno, e incluso la forma de hacer política en una situación tan dramática como ésta, lo fundamental a la vez que lo anterior, es el planteamiento de Europa que está en el aire. No sirve de nada un BCE que no protege parte del sistema financiero y no ejerce el control sobre la política monetaria, tampoco sirve de nada que la política fiscal de un país de la UE no esté armonizada con su país vecino con el que comparte el euro y para terminar, todavía sirve aún menos que el diseño presupuestario esté condicionado por 17 Comunidades Autónomas en un contexto europeo donde se debería ir hacia la Unión política y se deberían controlar los presupuestos de los Estados miembros por la propia Comisión, pero ojo, de manera previa, no a toro pasado y provocando más incertidumbre en el país de origen.
– Por último, sigo encontrando DEMASIADAS similitudes en la antigua improvisación de Zp y de Rj. Cuando el que gobierna se desmiente una y otra vez, cuando el pueblo soberano pierde la confianza y el crédito, no se le puede pedir a terceros (mercados, organismos, instituciones europeas, americanas…..) que hagan lo propio. Ésto me lleva a pensar que aún hay más, que siguen habiendo muchas cosas inconfesables que se irán lanzando a la hoguera cuando más fuego haya, para que el ruido sea más soportable.
Espero que todo ésto como bien dices Carlos traiga una Nueva Política, nuevos aires, refunde, cambie, reforme, ventile y airee, está en manos de los ciudadanos, sobre todo si nos damos cuenta yá como sociedad y nos lo creemos.
Un saludo compañero
Y por cierto, me ha extrañado no oíros decir bien alto y por doquier, cuando Rajoy dijo algo así como que «no podemos dejar caer un banco o una autonomía porque entonces España se hunde», alguna puyita tipo:
«y que va a hacer al respecto para que el pais no vuelva a estar nunca mas en esta situación de vulnerabilidad…» o
«en UPyD lo venimos diciendo algunos años y ya sabe usted lo que nos han dicho todos una y otra vez, si, usted incluido…» o
«me cree ahora cuando le digo aquello de que este modelo de Estado es económicamente inviable y políticamente…»
No se, creo que es el mayor acto de reconocimiento de otro político de nuestra necesidad y oportunidad y de su propia mezquindad y egoísmo.
Saludos.
Un par de apuntes más.
El primero. Hemos visto cómo los bancos españoles recibían dinero público del gobierno, y también cómo las comunidades autónomas dejaban a un lado sus exigencias de autonomía al pedir hispanobonos como solución perfecta (para ellos) para poder financiarse a un tipo de interés menor al ocultar a los inversores los riesgos derivados de su mala gestión y endosar al Estado su deuda.
Pues ahora vemos la repeteción de la jugada: ya es público que la única solución a la que se entrega el gobierno de Rajoy es rogar a la UE que cree eurobonos, y mandar a los bancos españoles al fondo de rescate europeo. En definitiva, trasladar el marrón de las CC.AA al estado, y ahora del estado a la Unión Europea.
¿Desde cuándo sabían en el PPSOE que estábamos irrimisiblemente en quiebra total y que no había otra salida?.
El segundo punte es para los que negaron que esto fuera una crisis política y no sólo económica. Asistimos a un progresivo e imparable desprestigio general de todas las instituciones del Estado, fruto en la mayoría de los casos de su apropiación negligente por parte del PPSOE:
-Monarquía. El escándalo de las cacerías de elefantes y la pareja extramatrimonial del Rey no es nada al lado de la opacidad de sus cuentas, o de que la Casa Real haya quedado injustificada e inexplicablmente fuera de la Ley de Transparencia.
-Banco de España. ZP puso a un político con carné de su propio partido como gobernador de una institución teóricamente independiente del gobierno y que nos decían que era un modelo internacional de control del sistema bancario y financiero. Y ahora el PP aprovecha para convertirle en chivo espiatorio del caso Bankia por no haber fracasado esprepitosamente en su función de supervisión y auditado. Más allá del total desprestigio de su gobernador, es toda la institución la que queda bochornosamente desprestigiada cuando el gobierno recurre a empresas extranjeras y al BCE para auditar a todo el sector bancario.
-CGPJ. Su presiente se niega dimitir pese a que cada vez parece más claro que abuso de distas oficiales para actividades y viajes de carácter privado. Como en el caso anterior, no sólo su presidente está en enttredicho, sino que toda la institución está cada día más entredicho por su carácter político y la actuación partidista de los vocales.
-Universidades. Todos los rankings internacionales sitúan a las universiodades españolas más allá del puesto 150, en contraste con su dotración económica y con las universidades del resto de países europeos de nuestro entorno. La única institución española de investigación con cierto prestigio es el CSIC (¿tendrá esto que ver con que no haya sido transferido a las CC.AA., al contrario que las universidades?). El desprestigio de las autoridades académicas es en mi opinión total. ¿Alguien se cree a los rectores cuando afirman estar preocupados por las becas?.
-RTVE. Presidida por un nonagenario que dimitió sin más explicaciones cuando se supo que adjudicaba contratos de la entidad a su propio hijo. Con un sistema de financión (tasas a las empresas de telecomunicaciones) declarado ilegal por los tribunales de la UE. Y con una deuda multimillonaria que no deja de crecer y crecer mientras los gobiernos sucesivos miran para otro lado o crean comités de sabios para no cambiar nada.
-Etc., etc., etc… Y lo que queda por caer.