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Islandia, la democracia y el papel de los partidos

Islandia es sin duda un país fascinante: con una población minúscula (319.000 hbs), una naturaleza impresionante que sedujo a Verne y una gloriosa literatura medieval que inspiró a Borges, alta calidad de vida y una población tan homogénea, heredera de los vikingos y sus raptos de mujeres, que ha servido de muestra demográfica ideal para estudios de genética histórica. Su economía se basa en la pesca y últimamente en la banca, hasta su quiebra.

Islandia saltó a la fama por un grave patinazo de su política económica: sus tres grandes bancos, con la mayor parte de su negocio en el extranjero (y 10 veces mayor que el PIB de la isla), quebraron en la gran crisis financiera de 2008. Islandia se negó a garantizar los depósitos de los extranjeros -lo que le valió una denuncia del Reino Unido y Holanda, que éstos perdieron en los tribunales-, rescató a los bancos e inició un programa de reactivación económica con apoyo del FMI que le fue bastante bien, saliendo de la crisis mucho más rápido que los países de la UE (esto último ha enfriado considerablemente el tibio europeísmo del país, muy nacionalista en general, tras las dudas sobre la conveniencia de unirse al euro tras el desplome de su moneda).

Aunque el programa de saneamiento económico fue obra de una coalición de socialdemócratas y verdes, en las elecciones de ayer el electorado optó por devolver el poder a dos partidos tradicionales considerados -obviamente, fuera de Islandia- responsables de los graves problemas económicos del país: el Partido de la Independencia y el Partido del Progreso, que suman el 50’3% de los votos. Aparte del varapalo para socialdemócratas y verdes, el resultado implica que la famosa “Constitución ciudadana” elaborada al margen de los partidos políticos pasará muy probablemente a mejor vida. Esta es la otra razón por la que Islandia se hizo mucho más famosa después de 2008: la posibilidad de que la isla escandinava estuviera siendo el laboratorio exitoso de una democracia sin partidos. Muchos se apresuraron a proclamarlo.

Sin duda Islandia reaccionó contra su crisis político-financiera particular con una energía ciudadana admirable y una capacidad de recuperación envidiable. Otra cosa es que la ciudadanía fuera tan inocente de lo que había pasado como quieren pensar los adanistas que prefieren concentrar todos los vicios y delitos en unos pocos chivos expiatorios (por ejemplo, políticos y banqueros). El caso es que los ciudadanos islandeses, que ya gozaban de un alto nivel de vida, lo aumentaron gracias al mucho dinero que aportó el éxito pasajero de sus bancos especulativos. Su propia burbuja.

Los bancos no tenían enemigos dignos de mención hasta que quebraron y pretendieron que los ciudadanos se hicieran cargo de sus deudas, como ha pasado en España, para nuestro mal, con las Cajas nacionalizadas. Entonces se armó el belén: se exigió la depuración de las responsabilidades y banqueros y políticos pasaron por el banquillo. Pero el hecho es que sólo dos banqueros fueron condenados y que los políticos fueron absueltos, lo cual parece justo teniendo en cuenta que si bien fueron obviamente irresponsables al dejar que la economía y la moneda islandesa dependiera de tres bancos hiperapalancados, se limitaron a ejecutar la política especulativa que sus electores votaron para poder pedir créditos baratos y comprar más y mejores casas, coches, barcos, servicios e infraestructuras. ¿Nos suena?

Como suele suceder tan a menudo, buena parte de la opinión pública española, liderada por aguerridos periodistas resueltos a que la realidad no les estropeara un buen reportaje (el de ayer era “Islandia regresa al pasado” y sus variantes), se dedicó a inflar una burbuja política muy diferente: Islandia se había enfrentado con éxito a la dictadura del FMI (falso 100%); se negaba a pagar un rescate injusto a costa de sus ciudadanos (verdad a medias); políticos y banqueros, encarcelados (absoluta exageración); los ciudadanos habían tomado el control de las instituciones (como si antes estuvieran gestionadas por marcianos) y habían decidido redactar una nueva Constitución con métodos semejantes a los del 15M (con un incoherente resultado: prevé, por ejemplo, hacer de Islandia un Estado confesional); había nacido una nueva generación de líderes políticos sin nada que ver con el pasado y afectos a la democracia directa (ayer se demostró que no era para tanto).

La verdad es que era un cuento político demasiado infantil para ser cierto, aunque la prensa española lo comprara sin pestañear. Bastaba con molestarse en buscar las fuentes originales sobre lo que pasaba en Islandia para que tanto geiser asambleario se apagara con el agua fría de una realidad distinta. Pero, ¿podía ser de otra manera?

La democracia directa y asamblearia, sin partidos políticos ni otras instituciones mediadoras, sólo podría funcionar en una sociedad reducida, sencilla y muy homogénea. En un pequeño municipio sin grandes diferencias sociales, por ejemplo. Ni siquiera Islandia reunía todos esos requisitos. El único experimento conocido de larga duración relativa de una democracia así tuvo lugar en la Grecia clásica, en polis como Atenas (que en su auge no superó los 150.000 ciudadanos con derechos políticos, y era la más grande con diferencia), y siempre apoyada en la esclavitud y la exclusión política de las mujeres y metecos.

Las sociedades complejas y abiertas, y las nuestras lo son, no pueden ser regidas por asambleas soberanas que parten de cero, ni por sorteos como los usados en Atenas para elegir a sus cargos y magistrados. El mundo se ha convertido en demasiado complicado e interdependiente para eso, y los sorteos para acceder a derechos han quedado -injustamente- limitados a la VPO. Los ciudadanos somos muchos y demasiado diferentes en creencias, preferencias e intereses como para que una asamblea presencial o virtual pueda conciliar las diferencias sin que las mayorías vulneren el derecho de las minorías a ser diferentes, estar representadas y ser oídas en las decisiones, preservando su sagrado derecho al desacuerdo. Una democracia sin partidos, representantes e instituciones es sencillamente una democracia sin derecho a la diferencia personal ni colectiva, activa y viva (en griego clásico, una demagogia o tiranía del demos).

Cierto que una democracia tampoco puede ser gestionada por partidos corruptos, ineptos e irresponsables sin que fracase como está fracasando en España y otros países. De eso se trata, precisamente: de conseguir que los partidos estén bajo control y no se salgan del papel que les corresponde invadiendo la sociedad civil (como sucede en España, donde controlan todo con desastrosos resultados). Hay dos vías para eso: la legal, exigiendo a los partidos transparencia y democracia interna, y la del voto. Las leyes no sirven para nada, por buenas que sean, si a la gente no le importa la corrupción, el mal gobierno y el disparate político sistemático.

Por eso lo fundamental aquí y ahora es cambiar el sistema de partidos para que sean más representativos, más democráticos y transparentes. Los partidos tradicionales deben reformarse y cambiar o desaparecer, y los partidos nuevos deben merecer el voto ciudadano con el ejemplo de sus acciones; eso es lo que nosotros procuramos a diario, y necesitamos muchas más personas para hacerlo más y mejor.

En Islandia parece que han preferido dar una nueva oportunidad a los partidos y desoír a los que imaginaban su isla convertida en una gran Puerta del Sol. El tiempo dirá si han acertado; lo bueno de la democracia es que podrán cambiar de voto si les decepcionan, y volver a llevarles a los tribunales si hay fraude. Hoy Islandia es un país fuertemente endeudado y con numerosos emigrantes en busca de trabajo. Lo que está claro es que sus ciudadanos no quieren que también les quiten el derecho a elegir a sus representantes y gobierno en nombre de un paraíso de la democracia directa que parte de un gigantesco malentendido, pues la complejidad de una sociedad abierta no cabe de ninguna manera en la estrecha horma de un sistema asambleario, con o sin internet.

Islandia

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15 comentarios a “Islandia, la democracia y el papel de los partidos”

  1. pichu dice:

    Y a todo esto, ¿qué opina usted de la supresión de miles de concejos, ejemplo más claro de la democracia directa, que se pretende llevar a cabo con la reforma del PP? ¿No son un ejemplo de democracia directa válida? ¿De esa población reducida, sencilla y homogénea? Estando de acuerdo con su discurso, y conociendo la realidad de estas pedanías, me parece un disparate que se les quite su autogestión. Me gustaría que me diese su opinión, si es posible

    • Claro. Queremos mantener las pedanías, con su autogestión de bienes comunales, dentro de municipios más grandes y viables. No hay ninguna razón para suprimirlas cuando no cuestan nada, producen y administran bien. Saludos.

  2. Doctora Luisa Delgado dice:

    Nunca me deja de sorprenderme las contradicciones del nacionalismo, sobre todo las del PNV.
    La presidenta del Parlamento Vasco(PNV) retira la palabra al parlamentario Gorka Maneiro de UpyD por denunciar el término de “preso político” empleado por un parlamentario bildutarra.

    Preso político es un eufemismo empleado por el mundo de ETA/Bildu para justificar a sus asesinos, para amnestesiar a la sociedad. Presos políticos son los presos que hay en una dictadura. De forma que cuándo en mundo de ETA emplea este término es para hacer ver que España(perdón, Estado Español) es una dictadura y que los etarras son víctimas de una supuesta persecución ejercida por la Guardia Civil y la Policía Nacional a estos supuestos rebeldes vascos.
    Pero la realidad es mucho más sencilla, y es que simplemente los etarras son unos asesinos psicópatas, cobardes e ignorantes que malgastarán su vida en la carcel para beneficiar a los nacionalistas, que tantísimo se han beneficiado del terror inoculado en la sociedad vasca.

    A lo que iba. Llama la atención que Bakartxo Tejería quite la palabra un parlamentario por denunciar esta manipulación semántica que ha realizado ETA/Bildu durante décadas. Eso le resulta ofensivo. Que se vea de una forma clara la manipulación ejercida por la ETA/Bildu le resulta dolorosa a los “buenos chicos” del PNV. Por eso quita la palabra a Gorka Maneiro.
    En cambio, este mujer(por llamarla de alguna forma) no quita la palabra a los parlamentarios de Bildu por justificar los asesinatos.
    Tampoco en estos más de 30 años un presidente del Parlamento Vasco del PNV ha quitado la palabra a un parlamentario de Bildu(anteriormente Herri Batasuna, Batasuna, Sortu,etc) por dibujar díanas amenzantes, insultar a las víctimas, amenazar, inculcar odio, achuchar para que se asesine, hacer que miles de ciudadanos vivan amenazados o hayan tenido que exiliarse fuera del País Vasco.
    Curioso el concepto de lo que se bueno y malo para los “moderados” del PNV.

    Tampoco les parece mal a estos del PNV fratenizar con los amigos de asesinos, formar el Pacto de Estella, la unión de ELA y LAB, etc. La amenaza, el asesinato y la justificación del asesinato no les repugna pero si les repugna que alguien denuncie la manipulación que los asesinos de ETA/Bildu hacen.

    Esto demuestra que para el PNV la sociedas vasca no se divide entre demócratas y totalitarios. Para ellos la sociedad vasca se divide entre nacionalistas y no nacionalistas. Prefieren aliarse con los criminales y sus secuaces que con demócratas que no comparten esa sueño de vivir en una supuesta Euskal Herria.
    Que por cierto menudo paraíso(ironía) sería la supuesta Euskal Herria, dónde se ejecutaría con mayor intensidad a quienes no comparten esa visión cuaternaria de la sociedad vasca. Si un día llegase a haber esa supuesta Euskal Herria indenpendiente seguro que muchos votantes del PNV saldrían corriendo desde el minuto 0 porque entonces sería el PNV el único enemigo de ETA/Bildu.

    ¿Por qué será qué el PNV siempre pone el grito en el cielo cuándo se asesta un duro golpe a los asesinos de ETA y secuaces?. Recordemos ilegalización de Batasuna.
    ¿Pero no detestan a estos psicópatas?. Entonces, ¿por qué les molesta?.
    ¿Por qué no chillan asi cuándo han sido asesinados más de 800 personas aparte de amenazados y exiliados?.
    ¿Por qué se preocupan de que los asesinos de ETA vengan a cárceles del País Vasco cuándo todos sabemos que si no hubiesen asesinado no estarían ahí?.
    ¿Por qué no se preocupan de la misma forma de los exiliados por la amenaza terrorista?.
    ¿Qué conexión tiene el PNV con el mundo de ETA/Bildu?.

    Al PNV le duele que se le descubra, su vena totaliataria.

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