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Por qué los derechos LGTB son importantes para todos

A mis numerosos amigos y compañeros LGTB de UPyD, con reconocimiento

Sin duda muchos consideran que el reconocimiento legal de los derechos LGTB o gays es muy legítimo, pero que solo son realmente importantes para ese mundo. Creo algo bastante diferente: son muy importantes para la sociedad y cada uno de nosotros con independencia de tu sexualidad. El reconocimiento de estos derechos implica una auténtica revolución silenciosa. Pues el reconocimiento y legalización de los derechos LGTB como el matrimonio homosexual, hace caer algunas de las más resistentes barreras alzadas contra el reconocimiento político y legal de la naturaleza humana, con su aspiración a la máxima libertad e igualdad de trato posibles. Se trata de erradicar la idea de que solo hay una forma natural de humanidad, la heterosexual, y una forma “desviada” o “antinatural” que, como mucho, se debe compadecer o tolerar, que era lo máximo a que casi se podía aspirar hace medio siglo en los países más tolerantes.

Reconocer estos derechos e invitar a su ejercicio significa reconocer la igualdad total de gays (para abreviar al variado conjunto LGTB) y heterosexuales no ya como sujetos jurídicos, sino como personas con derecho íntegro a alcanzar la felicidad sin cortapisas, reproche o marginación social a causa de su sexualidad diversa.

España y la homosexualidad

España es el país de Quevedo, el gran poeta que consideraba “puto” o “bujarrón” una injuria al nivel de “judío” o “hereje”, es decir, una invitación a la hoguera inquisitorial. Sin llegar a tanto, el pasado nacional-católico y la fuerza de la costumbre invitaban a pensar que España sería uno de los últimos países en cambiar de mentalidad al respecto. Sorprendentemente no ha sido así. Al contrario, a finales de los setenta, España se había convertido, al menos en la parte más influyente y  dinámica de la sociedad, en un país muy tolerante en moral sexual. En muy poco tiempo pasamos de la vergonzosa opresión legal de las mujeres y los homosexuales, y de la prohibición del divorcio, a encabezar la tolerancia y luego la simpatía después por los derechos LGTB. El Tribunal Constutucional rechazó el indigno recurso del PP contra el matrimonio homosexual o igualitario porque la mayoría de la sociedad no comparte una actitud retrógrada relegada a los sectores más reaccionarios.  Como suele ocurrir, los cambios legales y políticos han ido por detrás de los cambios sociales. ¿Cómo fue posible esta revolución cívica en una sola generación?

En la última etapa del franquismo la cultura oficial, increíblemente retrógrada, ocultaba una actitud social completamente diferente y antagónica que fue extendiéndose desde las grandes ciudades al resto, y de las vanguardias culturales y políticas al ciudadano corriente.

Uno de los temas más populares entre los jóvenes de los setenta, y herencia directa del mítico Mayo del 68, era el de la libertad sexual. Y no me refiero al natural interés adolescente por satisfacer su propia libido, sino a un genuino indagar en obras teóricas –de Freud, Reich, Foucault o el Informe Kinsey- y experiencias de todo tipo para saber si había una “sexualidad alternativa” diferente a la “oficial”, que no era otra que la católica-franquista. Para la Iglesia fue un desastre que el régimen que prohijó intelectualmente durante la guerra civil se identificara tan férreamente con la doctrina de Roma, porque la respuesta de muchos antifranquistas de los sesenta y setenta fue rechazar, por oposición política, todo lo que la Iglesia bendijera. De manera que los jóvenes españoles con estudios y antifranquistas –que abandonaron en masa la Iglesia esos años- pensaban en materia de sexualidad todo lo contrario a lo tradicional. Entre otra cosas, que la homosexualidad fuera pecado, vicio o enfermedad.

Jóvenes comunistas gays españoles rumbo a La Habana

En 1978 participé en un increíble Festival Mundial de la Juventud en La Habana, pagado por Moscú como era de rigor. Miles de jóvenes de todo el mundo fuimos llevados a La Habana con todos los gastos pagados y sin más obligación moral que aplaudir al castrismo, tan hospitalario con sus invitados. La delegación española se apartó de la media, típicamente comunista o “antiimperialista”, en su genuino pluralismo: incluía desde miembros de Falange Auténtica hasta trotskistas y anarquistas, pasando por liberales, carlistas, nacionalistas, socialistas y toda la abigarrada sopa de letras política de la época.

Pero además los jóvenes comunistas españoles eran muy diferentes a, por ejemplo, sus correligionarios italianos y portugueses (y como se demostró pronto, muchos de aquellos comunistas de variado pelaje éramos solo antifranquistas radicales, como no podía ser de otra manera con 18 o 25 años). No solo por la desviación eurocomunista compartida por italianos y franceses, sino por su desusado interés por las libertades civiles. Y su indudable vanguardismo, que escandalizaba a los otros comunistas, preocupaba a los cubanos e irritaba a los rusos. En concreto, se reservaron camarotes del precioso barco en que viajamos para que pudieran compartirlos parejas homosexuales. Abiertamente. Hablamos de 1978: en España y en la mayor parte de Europa la homosexualidad estaba perseguida legalmente, y por supuesto en Cuba y la URSS. Y hablamos de jóvenes de partidos que todavía pocos años antes rechazaban a homosexuales confesos de sus filas, como hizo el PCE con el gran poeta Jaime Gil de Biedma.

En España se había operado una transformación de mentalidad, sobre todo entre los jóvenes, sin parangón en países muy parecidos. Eso explica, creo, por qué en España no ha habido manifestaciones en la calle contra el matrimonio gay en diez años de legalidad, mientras que en la liberal Francia las ha habido, y grandes, ante el mero debate parlamentario para su legalización. Debemos presumir de ser uno de los países más liberales del mundo en materia de moral sexual y libertades civiles personales. ¡Ojalá fuéramos iguales contra la corrupción, el clientelismo o la violencia política!

 SPAIN-GAY-PRIDE-PARADE

La libertad de los demás amplía la tuya

Además de la oposición activa a la moralina sexual del franquismo hubo sin duda otra gran motivación para convertir la sexualidad en un territorio al servicio de la libertad personal y no de la reproducción o la familia tradicional, que es de lo que se trataba. Quienes han vivido la inolvidable experiencia de arriesgarse por su libertad y la de los demás –necesaria para tenerla uno mismo- comparten la firme decisión de ampliar en todo lo posible el dominio de esas libertades.

Si queríamos ser libres de verdad y vivir en una sociedad liberada, la liberación sexual era irrenunciable. Y eso no solo incluía la legalización de la pornografía, las relaciones sexuales prematrimoniales o la venta libre de anticonceptivos –todas ellas cosas clandestinas en la España de Franco-, sino la aceptación de la homosexualidad como una condición humana tan natural y digna como la heterosexual.

En España, esta aceptación fue acelerada por la propia sustitución de la cultura franquista por una cultura democrática exigente en materia de libertades y derechos civiles. El Orgullo Gay conmemora una rebelión sucedida en Nueva York (los llamados “disturbios de Stonewall”) contra una redada policial en un bar “de ambiente” en 1969, pero en Estados Unidos han tenido que esperar nada menos que 46 años a que su Tribunal Supremo derogue las leyes contra el matrimonio homosexual en una sentencia histórica de este mismo año. En cambio, en España la aceptación ha sido mucho más rápida y sobre todo menos polémica. Algo insólito si consideramos el pasado reciente de nuestro país. Y algo de lo que podemos estar legítimamente orgullosos. No solo reconocer los derechos y la dignidad LGTB, sino apoyar el libre ejercicio que convierte un derecho virtual en real, es algo conveniente para la libertad de todos. La hace mayor y más profunda, incluso para las personas a las que las experiencias gays no les interesen o atraigan lo más mínimo. La libertad es elegir, y no sería completa si no incluyera la de elegir satisfacer con naturalidad, comprensión y dignidad los propios impulsos sexuales. Esa era una gran asignatura pendiente.

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3 comentarios a “Por qué los derechos LGTB son importantes para todos”

  1. ROBERTO dice:

    Gracias …… Carlos por este trabajo tuyo, y por toda tu lucha por los Derechos Humanos. Tienes mi respeto, aunque no comparta tu pensamiento político. Roberto.

  2. La libertad debe ser entendida en todos los aspectos siempre que no perjudique a los demás.
    Gracias por éste escrito.

  3. OBIS dice:

    Veo que se pone enfasis en las palabras liberada , liberación , libertad

    Bueno , pues eso es el liberalismo

    SaLuD

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